No hay que confundirse: la democracia no es un programa de bienestar social, sino principalmente un sistema político para poder adoptar decisiones colectivas de forma pacífica.
La centralidad y el control que tienen los partidos políticos de las decisiones que se toman en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial hace complicado que reciban los correctivos respectivos.
No es sólo la democracia frente a la dictadura lo que se dirime en la crisis venezolana. Son las derivas de la región como teatro de la competencia entre las grandes potencias o como países y gobiernos capaces de actuar en conjunto.
Se vota, principalmente, bajo la influencia de resentimientos, mentiras sobre los oponentes, afinidades ideológico-culturales o transacciones clientelistas: nada de lo cual está relacionado con las aspiraciones de la mayoría.