Mientras la democracia se erosiona, líderes carismáticos aprovechan el malestar social para consolidar un modelo híbrido: un capitalismo autoritario con rostro populista. De Trump a Bukele, pasando por Milei y Noboa, emerge una generación que encarna una época donde la estabilidad económica pesa más que los valores democráticos.
En América Latina, más que democracias fatigadas, vivimos el agotamiento de los ciudadanos frente a regímenes que, bajo el disfraz electoral, pervierten los principios democráticos.
Chile recibió a presidentes progresistas, entre ellos el español Pedro Sánchez, bajo el lema Democracia Siempre. ¿Es coherente con lo que sucede en la interna de cada país?
Este prolongado año electoral coexiste con una creciente preocupación sobre el derrotero de una democracia que enfrenta un deterioro del consenso político sobre el que se ha respaldado.
Si a través de las elecciones se pudiera erradicar la corrupción y solucionar los problemas políticos y sociales más urgentes, casi todos los países de América Latina serían desarrollados.