No hay escenario más perjudicial para la agenda de equidad económica, justicia social, derechos humanos y fortalecimiento de la democracia en Brasil que el que podría surgir del regreso de la extrema derecha al poder.
Latinoamérica convive con una polarización que, lejos de ser una novedad, aparece como una tendencia consolidada. Deshacer lo que ha sido construido a lo largo del tiempo puede ser uno de los grandes desafíos de nuestra época.
La inflación de candidaturas no solo responde al deseo de liderazgo o al compromiso con un proyecto de país. Muchas postulaciones son estrategias de posicionamiento político y mediático.
En los últimos años hemos visto cómo líderes populistas en el mundo han utilizado la división social -ya sea de clase, nacionalidad, etnia, cultura-, como ideología política durante sus campañas electorales.
Se ha debatido ampliamente sobre los límites de la democratización basada solo en elecciones, sin abordar la fragilidad estructural del Estado y su falta de institucionalidad.
Algunos gobiernos, en nombre de la democracia, toman decisiones públicas que irónicamente pueden llegar a acabar con ella y hasta desatar los demonios en el mundo.