En Cuba, el discurso oficial de intolerancia se entrelaza directamente con la deshumanización de aquellos percibidos como "otros", alimentando así un clima de represión política. Este fenómeno se fundamenta en eventos históricos que se extienden a lo largo de más de seis décadas.
La mayoría de los gobiernos latinoamericanos opta por el silencio ante atrocidades en otras regiones, como las guerras en Ucrania y Medio Oriente, ya sea por la "autodeterminación de los pueblos" decimonónica o el temor a ser juzgados internacionalmente con la misma vara.
Cuba suspendió su Examen Periódico Universal de Naciones Unidas y buena parte de las recomendaciones formuladas al Estado se centraron en los derechos humanos.
En 2018 las autoridades cubanas anotaron 18 recomendaciones relacionadas con los obstáculos legislativos, sin embargo, estos instrumentos aún no han sido ratificados.