El máximo exponente de la maldad humana lo constituyó el terror nazi que llevó un minucioso registro de sus víctimas. Treinta años después, bajo la doctrina de la seguridad nacional, un nuevo quehacer sistemático, pero sin luz ni taquígrafos, trajo a la represión institucionalizada en América Latina la figura de la desaparición forzosa.
El 18 de diciembre, cuando se conmemoraba el Día Internacional del Migrante, un barco de pescadores que llevaba más de 30 venezolanos sin papeles hacia Trinidad y Tobago se fue a pique. Este es el último episodio de una larga tragedia que se ha venido sucediendo en los últimos años.