La fuerte presencia de candidatos independientes en Chile confirma otro fenómeno relevante en varios países de la región: el deseo de los votantes de elegir figuras sin vínculos con los partidos tradicionales.
A pesar de las encuestas, lo que en realidad supondría una sorpresa en la segunda vuelta de los comicios presidenciales de Uruguay no sería precisamente el triunfo oficialista sino su derrota.
Uruguay todavía tiene pendiente elegir a quién conducirá el Ejecutivo, pero más allá de que se decline por la continuidad o apueste al cambio, el juego fuerte será en el Palacio Legislativo.
Algunas mediciones de intención de voto proyectan que la estadidad volverá a obtener una mayoría de alrededor del 55 %, y las dos formas de independencia oscilarán el 45 %.
Lo más interesante de este ciclo electoral no son las figuras en competencia, sino lo que cada uno representa en términos de modelos de gestión y visión de país.
Trump tiene una comprensión muy básica e intuitiva de la política y no tiene fundamentos teóricos más profundos para sus tendencias fascistas, más allá del apoyo superficial a las ideas entre su base de extrema derecha.