La mayoría de los gobiernos latinoamericanos opta por el silencio ante atrocidades en otras regiones, como las guerras en Ucrania y Medio Oriente, ya sea por la "autodeterminación de los pueblos" decimonónica o el temor a ser juzgados internacionalmente con la misma vara.
En el complejo escenario de las relaciones internacionales en el siglo XXI, resulta fundamental reconsiderar estrategias frente a las tensiones interestatales actuales.
Un esfuerzo para atender a las reivindicaciones etnopolíticas de grupos prorrusos podría ser eventualmente realizado procurando atender a las demandas de creciente autonomía dentro del Estado ucraniano.
Tras la invasión, los gobiernos latinoamericanos, en su mayoría, rechazaron categóricamente el empleo de la fuerza en la resolución del conflicto, sin embargo, como era de esperarse, los autoritarismos de la región cerraron filas en apoyo a Rusia.