Terminó un gobierno que se denominó de izquierda y pertenecía a su sector iliberal, más bien reaccionario, que representaba lúcidamente aquel personaje que alzó a Castillo a la candidatura presidencial: Vladimir Cerrón.
Lo que Pedro Castillo provocó fue juntar a todos los actores políticos en su contra y con ello tornar inviable cualquier movimiento progresista en el Perú.
El gobierno de Pedro Castillo ha trabajado incesantemente por petardear las incipientes tradiciones democráticas que se habían instalado en el Perú del siglo XXI.
Hoy en día el principal objetivo de Castillo es sobrevivir, difícil tarea en la que, con seis investigaciones abiertas en su contra por el Ministerio Público, el día a día parece lo único importante.
La obra con que Castillo pretende restaurar su maltrecho zanjón no es menor: ni más ni menos que una nueva Constitución. Pero al margen de sus dimensiones, el proyecto presenta de momento todas las características de una chapuza.
El presidente Pedro Castillo se libró de ser destituido por el Congreso de la República del Perú, lo que constituye una derrota para la oposición de centro-derecha arrastrada por una radicalizada minoría de extrema derecha.