Javier Milei ha gobernado mediante decretos controvertidos y, en medio del “Criptogate”, ha buscado consolidar su poder en el poder judicial, erosionando así la democracia argentina.
Comienza una etapa, no solo del Poder Judicial sino de la relación entre los poderes del Estado, ya que las nuevas leyes establecidas por el Poder Ejecutivo y Legislativo establecen un sistema Judicial sin poder propio.
Las elecciones judiciales no despiertan expectativa porque la gente está persuadida de que, gane quien gane, la justicia no se hará más competente, más rápida y más honesta sino todo lo contrario.
Lo que resuelva el INE, en materia de integración del Congreso de la Unión y el Tribunal Electoral del Poder Judicial, abrirá un compás entre la preservación de los contrapesos democráticos o la debacle con un hiperpresidencialismo.
La reciente depuración de más de 900 funcionarios del Sistema Judicial Nicaragüense es uno de los cambios estructurales más significativos que marcan el inicio de la sucesión de Ortega y Murillo.