América Latina se enfrenta a su propia contradicción: condena la injerencia externa en Venezuela, pero guarda silencio ante el autoritarismo y la crisis democrática dentro del país.
La oposición democrática no enfrenta únicamente el reto de canalizar demandas sociales fragmentadas: enfrenta un marco legal punitivo diseñado para impedir su consolidación.
Cuando el voto no tiene consecuencias no hay incentivos para la participación. Los venezolanos decidieron abstenerse en las elecciones regionales y municipales.
La incógnita de por qué cambiar una Constitución que fue construida por el mismo sistema político imperante de hoy en día resulta fácil de responder: la ley y la democracia resultan incómodas para quienes ostentan el poder.
Bajo un escenario de penumbra en el que la comunidad internacional, de forma paulatina, vuelve a perder interés en la causa venezolana, la indiferencia y la inacción dentro del mismo país no parece ser hoy la decisión correcta.