Coautores Ulf Thoene y Diego Dávila
La brecha digital en Colombia, un país inmerso en un complejo escenario postconflicto, se presenta como un desafío significativo. En Colombia el rezago digital es evidente en diversos ámbitos. Por ejemplo, el Índice de Madurez Digital (IMDV) 2021 mostró que las pequeñas y medianas empresas tienen un promedio de madurez digital significativamente menor en comparación con las grandes empresas y startups. Además, las entidades públicas presentan grandes diferencias en sus niveles de desempeño en la política de gobierno digital, con un promedio de 814 y 629 puntos sobre 1.000, respectivamente. Según los últimos datos disponibles de la encuesta nacional de calidad de vida, el 48,6% de los hogares que manifestaron no tener conexión a internet durante el 2021 aseguraron que se debía a que era muy costoso, no tenían cobertura o no sabían usarlo.
La brecha digital en Colombia tiene una marcada dimensión regional. Las mayores diferencias en niveles de desempeño del sector público se sitúan entre las entidades departamentales y locales. La mayoría de aquellos que no acceden a internet se ubican en núcleos rurales muy alejados de los grandes centros urbanos del país, cosa que refleja una marcada diferencia regional en la digitalización. El impacto de la brecha digital en Colombia se extiende también a múltiples ámbitos, incluyendo la educación, la economía o la inclusión social. Por ejemplo, la pandemia de covid-19 exacerbó las diferencias educativas debido a las diferencias en acceso y uso de las tecnologías, algo que afectó negativamente al desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños. Además, la brecha digital afecta negativamente a la economía, a causa de las diferencias relacionadas con la tecnología de internet o el comercio electrónico en Colombia.
En un mundo interconectado, la digitalización no es solo una opción, sino una necesidad. El problema de la brecha digital trasciende la inaccesibilidad a estas tecnologías, ya que está vinculada a factores sociopolíticos, económicos y culturales que influyen en el acceso de las personas a las mismas o a su capacidad para utilizarlas de forma eficaz. En el Sur Global, la digitalización está asociada con la desigualdad, y la pandemia del covid-19 ha exacerbado la desventaja digital y la exclusión social en el territorio del país a pesar de los esfuerzos gubernamentales. Las causas del rezago digital en Colombia son multifacéticas. En él influyen factores como la desigualdad económica y social, la infraestructura insuficiente en áreas rurales y remotas y la falta de preparación del sistema educativo, pero sobre todo la falta de políticas integradas y eficientes. A pesar de la existencia de políticas públicas digitales con resultados positivos a nivel nacional, aún persisten limitaciones para la efectiva implementación de los objetivos de estas políticas en las entidades territoriales y locales.
A medida que Colombia avanza en la creciente digitalización de su vida económica y social de la mano de la tecnología 5G, el uso de la inteligencia artificial o el uso masivo de datos, atender a los retos de la digitalización se convierte en algo fundamental. En un mundo cada vez más interconectado y dependiente de las tecnologías digitales, desatender esta realidad no solo limitaría el progreso, sino que también expondría a individuos, empresas y gobiernos a un rezago significativo.
En primer lugar, el sector privado debe aprender a generar valor social y económico utilizando tecnologías digitales para llegar a públicos remotos, superando barreras geográficas y horarias. En segundo lugar, la apropiación de nuevas tecnologías no solo implica acceso y competencias, sino también motivación y el tipo de uso que se les da. Abordar la exclusión digital requiere ir más allá del acceso a la tecnología y obliga a atender las razones subyacentes, empoderando a las comunidades marginadas para que participen plenamente en el mundo digital. Y, por último, esto exige acciones gubernamentales efectivas y el desarrollo de estrategias de transformación digital para mejorar la eficiencia, colaboración y satisfacción ciudadana.
En la compleja coyuntura que atraviesan Latinoamérica y el mundo, Colombia acaba de elegir a sus nuevos mandatarios locales y regionales. Estos nuevos mandatarios tomarán posesión el próximo primero de enero de 2024, comprometiéndose, según la ley colombiana, a convertir sus promesas de campaña en planes de desarrollo tangibles. Comprender la intersección de la tecnología con el sector privado, el sector público y la ciudadanía emerge como un catalizador para el desarrollo sostenible, alineándose con el objetivo de la Agenda 2030 de construir sociedades inclusivas. En este contexto, es esencial que los nuevos líderes regionales y locales comprendan la importancia de la digitalización e implementen estrategias adecuadas para hacerle frente.
Ulf Thoene es Profesor Asociado en la Universidad de La Sabana, Colombia. Doctor en Derecho y Sociología de la Universidad de Warwick, Reino Unido.
Diego Dávila es Decano de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Santo Tomás (Colombia) y candidato a Doctor en Derecho, Gobierno y Políticas Públicas. Investigador y docente.
Autor
Profesor asociado de la Universidad de La Sabana (Colombia). Doctor en Derecho y Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid. Investigador Post-Doctorado en la Universidad de Salamanca