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Imaginación “desde abajo”: repensar el futuro en tiempos del Antropoceno

Frente a la crisis planetaria del Antropoceno, las respuestas más potentes no vienen de las cumbres globales, sino de los territorios que reinventan el futuro desde abajo.

Si hay algo que ha destacado a la humanidad es su capacidad de imaginar, recrear y construir horizontes de futuro. Sin embargo, frente a la triple crisis planetaria, englobada por la  contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, nuestra capacidad para imaginar respuestas y acciones colectivas se ha ido aplacando, al menos desde las altas esferas políticas internacionales e intergubernamentales que están encontrando límites a la gobernanza “desde arriba”. 

“Desde abajo”, en América Latina el panorama es otro. Hay una diversidad de propuestas y experiencias que interpelan la policrisis que atravesamos como sociedad global. Tal vez sea el momento de tomar seriamente en consideración propuestas locales, con enfoque territorial, que no solo sean ambientalmente sustentables sino también socialmente justas. Solo entonces seremos realmente capaces de generar las transformaciones necesarias para abordar la crisis múltiple. 

Las grandes paradojas del Antropoceno

A lo largo del último siglo y especialmente las últimas décadas, se han producido los más altos niveles de desarrollo científico, tecnológico y social, sea en salud, educación o en temas ambientales, entre otros. Un ejemplo ha sido el manejo internacional de la pandemia de Covid-19, que marcó un antes y un después en la gestión pública de la emergencia por parte de organismos intergubernamentales junto al sistema científico y político. No sólo porque puso de relieve las amenazas del cambio climático, sino porque ilustró que es posible tomar medidas colectivas en tiempos de emergencia. 

La pandemia evidenció también la contracara de los avances tecnológicos y sociales: el modelo de desarrollo capitalista basado fundamentalmente en la explotación desenfrenada de la naturaleza que ha puesto en peligro la vida en el planeta. 

El nivel de transformación del mundo es tan impactante que algunos científicos han propuesto denominar nuestra época como la del Antropoceno, resaltando que los seres humanos nos hemos convertido en fuerzas de cambio inexorables. 

Si bien no se ha logrado un acuerdo científico para renombrar esta época, el Antropoceno es un lente muy potente para reflexionar sobre las paradojas de la crisis climática y ambiental, pero también para recrear la imaginación en tiempos de crisis múltiples y construir horizontes comunes. Menos demoledores y más justos para la vida en el planeta.

Las paradojas del Antropoceno, son las paradojas de la crisis ambiental. La primera de ellas se encuentra en la misma denominación del “Anthropos”, ¿somos todos los seres humanos responsables en la misma medida de la crisis actual o necesitamos establecer criterios claros para entender cómo llegamos hasta aquí? El Antropoceno, como concepto, presenta ciertas limitaciones al difuminar las responsabilidades, pudiendo obturar las discusiones sobre las estrategias de acción efectivas para su abordaje. Si todos somos responsables, entonces nadie lo es. 

La segunda paradoja, es la vulnerabilidad de los seres humanos frente a la omnipotencia continua de control planetario. El Covid-19 es nuevamente una muestra de esa fragilidad. Un virus de origen zoonótico afectó velozmente a la población mundial generando una pandemia sin precedentes y poniendo en jaqué el sistema social, económico y político planetario. La contracara de esta fragilidad es la idea de omnipotencia y control de la naturaleza que ha predominado a lo largo de la historia. Aquí, el hombre se distingue de las demás especies por su capacidad de transformar, controlar y domesticar la naturaleza a través de la ciencia y la tecnología.

La tercera paradoja del Antropoceno radica en el riesgo existencial en el cual nos encontramos. Estamos viviendo la mayor ocurrencia de eventos extremos como olas de calor, incendios e inundaciones, producto del cambio climático. Este es sólo un eje del rompecabezas que genera efectos en cascada de vulnerabilidades crecientes y desiguales en el mundo. 

En este contexto, ¿por qué no pensar en la idea de Antropoceno como una oportunidad para la emancipación, a través de la construcción de una nueva conciencia planetaria pero basada en lo local, en las relaciones sociales y de cuidado que se construyen desde los territorios? Tal vez, una manera de empezar sea conectar el Antropoceno con experiencias de transformación locales que ya están sucediendo y que hacen este mundo más habitable. Esta puede ser una oportunidad para ser audaces y reimaginar transformaciones sociales, éticas y tecnológicas que den lugar a renovadas formas de vida más sostenibles, justas y democráticas. 

Acción climática desde el territorio

La búsqueda de este horizonte colectivo basada en la imaginación “desde abajo” no es solo una idea conceptual: son prácticas concretas, muchas veces invisibilizadas, que abren caminos desde lo local y territorial. No hace falta ir lejos, en América Latina podemos encontrar una gran diversidad de propuestas y acciones emancipadoras, tanto en el campo como en la ciudad. A través de su capacidad de resistencia, reinvención y recreación de imaginarios colectivos, la región se convierte en una fuente de alternativas diversas para interpelar nuestro habitar en el Antropoceno. 

Una de las experiencias más potentes y menos visibilizadas en las ciudades es la que realizan las cooperativas de recicladores urbanos de la región. Las cooperativas y los recicladores son actores claves en la sustentabilidad de las ciudades. La separación de residuos, la recolección, el acopio y la recuperación de materiales reciclables son prácticas cotidianas que no solo aportan al cuidado del ambiente, sino que también sostienen economías populares, comunitarias y solidarias. Lejos de ser simples gestores de residuos, los recicladores urbanos resignifican lo que la ciudad descarta, convirtiendo basura en un recurso de la economía circular, dándole nuevos usos a los desechos que, si no, terminarían contaminando los océanos o en vertederos de las grandes ciudades. 

¿Qué hacemos con nuestros residuos, sabemos a dónde van, separarlos en origen hace la diferencia? Estas son algunas preguntas para lograr la necesaria conexión. Incluso, la concientización sobre estos procesos puede ser la clave para ampliar la imaginación, demandar políticas públicas y crear  mejores condiciones que apoyen a las iniciativas locales.

Otra experiencia de conexión con el Antropoceno es la producción de alimentos. ¿De dónde vienen los alimentos que consumimos, quienes los producen, cómo circulan y llegan a nuestras mesas?

Según datos de la FAO, el 70% de la producción de alimentos proviene de la agricultura familiar, tiene un carácter diversificado y resiliente y puede brindar respuestas a las necesidades sociales, económicas y ambientales frente al cambio climático. Con un porcentaje bajo de propiedad de la tierra, la agricultura de pequeña escala es la que contribuye a la seguridad alimentaria. Ahora bien, un enfoque integrado del sistema alimentario requerirá también la necesidad de incluir dietas más saludables, la reducción del desperdicio de alimentos y un mayor apoyo a la producción agroecológica y campesino-indígena.  

Estas experiencias ilustran de qué forma la imaginación “desde abajo” no espera grandes soluciones tecnocráticas, sino que actúa desde lo cotidiano, transformando el presente con creatividad, compromiso y resistencia. En tiempos de Policrisis, es necesario reconocer y visibilizar las acciones que ya están sucediendo en los territorios. La producción de alimentos y las acciones de reciclado con inclusión social nos recuerdan que los caminos hacia la sostenibilidad y la justicia climática pueden y deben construirse desde lo local, desde los márgenes, desde quienes han sido históricamente invisibilizados.

En definitiva, si queremos afrontar el Antropoceno con seriedad, necesitamos poner en diálogo la imaginación y las prácticas que surgen “desde arriba” con las desarrolladas “desde abajo”. Generar alianzas inclusivas que puedan transformar la crisis en oportunidad. Aprovechemos la imaginación que ya existe en nuestra región para convertir el caos en un horizonte de cambios. 

*Este texto se enmarca en la colaboración entre la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y Latinoamérica21 para la difusión de la plataforma Voces de Mujeres Iberoamericanas. Conoce y únete AQUÍ a la Plataforma.

Autor

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Profesora y Doctora en Antropología de la Univ. de Buenos Aires (UBA). Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina. Especializada en las dimensiones humanas del clima y el cambio climático en el Antropoceno.
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