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La economía circular para el tratamiento de aguas residuales

A medida que los países se esfuerzan por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, el término «economía circular» va ganando cada vez más atención como herramienta para alcanzar soluciones para algunos de los retos más urgentes. Una economía circular es un sistema económico que utiliza los residuos como recursos, reusándolos una y otra vez, en lugar de tirarlos a la basura (por ejemplo, reciclando plástico). Un enfoque de economía circular que puede emplearse para abordar una crisis regional creciente es la reutilización de las aguas residuales.

En toda América, el agua dulce sigue disminuyendo, debido al crecimiento demográfico, al uso excesivo y a los efectos del cambio climático. Aunque algunas comunidades en riesgo se exponen más que otras a problemas directos de escasez de agua, los efectos se extenderán a todos los aspectos de la sociedad, desde la salud y la higiene hasta la nutrición y la seguridad alimentaria, pasando por la economía.

Por ello, las instalaciones de recuperación y reutilización de aguas residuales tienen un enorme potencial para cerrar la brecha del estrés hídrico en la región. Además, las aguas residuales son un recurso valioso del que se puede extraer agua, energía y nutrientes para ayudar a satisfacer las demandas de agua, energía y alimentos de la población.

El problema es que, según el Banco Mundial, solo se trata entre el 30% y el 40% de las aguas residuales recogidas en América Latina y el Caribe (ALC). La falta de voluntad política, los marcos jurídicos restrictivos y fragmentados, la falta de intercambio de conocimientos y capacidades a través de las fronteras y las percepciones sociales negativas son solo algunas de las barreras que limitan la ampliación del tratamiento y el reuso de las aguas residuales en ALC.

Sin embargo, estos retos pueden empezar a evaporarse si los líderes nacionales y locales, los especialistas de la industria, los científicos innovadores, los grupos comunitarios y otras partes interesadas colaboran a través de las fronteras mediante la diplomacia científica. La diplomacia en torno al agua tiene una larga historia, ya que muchas fuentes de agua se comparten a través de las fronteras. Dado el riesgo de conflictos transfronterizos, migraciones masivas y agitación económica si se cumplen las previsiones de escasez de agua, corresponde a los dirigentes y expertos de la región aprovechar la diplomacia científica para empezar a fomentar la reutilización de las aguas residuales.

Partiendo del informe sobre recursos hídricos, del Banco Mundial, Wastewater: From Waste to Resource in a Circular Economy Context, como guía, debe establecerse un foro de diplomacia multinacional que convoque a un grupo transdisciplinario de responsables políticos, funcionarios, especialistas de la industria de aguas residuales, científicos y otras partes interesadas, relevantes, que pertenezcan a todo el continente americano, a fin de compartir innovaciones y lagunas, al tiempo que se inicia un camino político hacia el compromiso de reutilizar las aguas residuales.

Las naciones podrían usar este foro para trabajar juntas en la creación de capacidades y aprovechar al mismo tiempo las redes existentes. Los países de renta más alta que cuenten con la experiencia científica y la tecnología necesarias deberían aportar financiación, tutoría, formación cruzada y apoyo infraestructural adecuado al contexto y a los recursos.

El foro también podría poner al día los debates políticos nacionales y transfronterizos sobre las tendencias actuales y los enfoques innovadores que requieren menos infraestructuras. Y lo que es más importante: el foro puede ofrecer un espacio para mantener un diálogo abierto sobre las limitaciones culturales o las percepciones del público respecto a la reutilización de las aguas residuales, ya que es probable que varíen de una cultura a otra y de una comunidad a otra.

El objetivo final es crear un conjunto de prácticas en todo el continente americano para apoyar la reutilización de las aguas residuales como una agenda política compartida, pero buscando oportunidades, a fin de encontrar soluciones diplomáticas. En definitiva, se trata de establecer relaciones en torno a una preocupación compartida y desarrollar estrategias nacionales sobre el agua que tengan en cuenta las necesidades de nuestros vecinos.Dado que el agua es un elemento esencial para una vida sana y productiva, también es esencial que revisemos los acuerdos diplomáticos históricos y trabajemos a través de las fronteras para reformularlos, basarnos en ellos y fomentar nuevos acuerdos pensando en un futuro con menos recursos. Al fin y al cabo, como reflexionaba el escritor Robert Kandel en su libro Agua del cielo, «cada vez que comes una manzana o bebes un vaso de vino, estás absorbiendo agua que ha ciclado por la atmósfera miles de veces desde que naciste».

Coautores: Nathalia Trejedor, Odiney Álvarez-Campos, Osawai John, Sebastián Riera.

Autor

Veterinaria. Investigadora en comunicación científica y diplomacia. Becaria en el área de Política Científica y Tecnológica del Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI).

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