El presidente Trump acaba de amenazar con imponer aranceles del 100% a los miembros de los BRICS, por su propuesta de socavar la supremacía internacional del dólar. Este podría ser el primer gran error en la nueva política exterior de la administración republicana. Sin una justificación real, la arremetida de Trump en contra de los BRICS parece una admisión de debilidad frente al bloque multipolar.
Para Washington, la hegemonía del dólar ha constituido, desde la Guerra Fría, la herramienta más eficaz de soft power. Los poderes de la Reserva Federal y del Departamento de Tesoro, capaces de virtualmente fijar el precio de los bienes globalmente, dependen del respaldo internacional del dólar.
Sin embargo, el grupo de los BRICS, que ha descartado crear una moneda común, cuenta con mecanismos para negociar en sus divisas locales para abaratar costos, lo que promueve la desdolarización del comercio internacional. Además, mediante su Nuevo Banco de Desarrollo, los países BRICS proponen una alternativa al sistema de Bretton Woods de préstamos internacionales y ayuda a los países del Sur Global, procurando competir con entidades como el Fondo Monetario Internacional.
Esta potencial desdolarización del comercio internacional pone en peligro el poder de Estados Unidos, cuyo peso se refleja en la dolarización, completa o de facto, de tres economías latinoamericanas: Ecuador, El Salvador y Panamá. Adicionalmente, sin la hegemonía del dólar no podrían existir sanciones ya que la funcionalidad de las sanciones se basa en que la prohibición para una compañía, Estado o individuo, de utilizar dólares le lleve a la exclusión del sistema económico mundial. Por ende, la desdolarización de los BRICS inhibe la capacidad coercitiva de Estados Unidos.
Amenazas de aranceles
En este contexto, el presidente Trump sostiene que los aranceles son una eficaz medida de disuasión, o amenaza, en sus relaciones bilaterales con las demás naciones del mundo. Pero imponer tarifas a los diez países integrantes de los BRICS podría conllevar graves repercusiones para Estados Unidos. La economía estadounidense, vulnerable a la mera idea de imponer aranceles en Norteamérica, sufriría el peso de no poder comerciar fluidamente con los principales motores económicos del Sur Global. Además, las represalias de los BRICS generarían un terremoto en rubros como la energía fósil, es decir el petróleo, y las materias primas de naturaleza agrícola.
En sus recientes declaraciones Lula, quien ocupa la actual presidencia de los BRICS, ha rechazado las demandas de la Casa Blanca. El presidente brasileño aseguró que habrá aranceles recíprocos hacia Estados Unidos, en caso de que Trump confirme dicha medida.
El tablero geopolítico mundial empieza a presentar una brecha aún más profunda. Los conflictos comerciales entre Trump y los BRICS representan un riesgo para eventuales acercamientos entre el Norte y el Sur Global y desafíos a problemas todavía irresueltos como la lucha a la pobreza, la desigualdad y el cambio climático. De hecho, ante las políticas cuestionables del gobierno Trump hacia América Latina, sobre todo alrededor de las deportaciones, es previsible que a futuro la región reaccione con nuevos lazos Sur-Sur.
Desde una mirada internacionalista, la crisis de la hegemonía estadounidense seguiría la misma ruta del ‘splendid isolation’, que resultó en el declive final del imperio de británico. Y es que Trump parece repetir los mismos fallos de su poderío anterior: falta de inversiones en el Sur Global, militarización del discurso político y demonización de polos alternativos.
No obstante, las medidas de Trump sugieren una revitalización de la Doctrina Monroe en América Latina con alcances a escala global, que buscan perseguir y contrarrestar la influencia china en el mundo. De hecho, la estrategia de Trump para Latinoamérica se basa en atacar las inversiones chinas, como es el caso del Canal de Panamá.
La entrada oficial de Bolivia y Cuba a los BRICS evidencia que algunos países de la región se están sintiendo atraídos por la idea de unirse al bloque. Ambas naciones, con relaciones dificultosas con Estados Unidos, han encontrado en los BRICS una oportunidad de desdolarizar sus operaciones financieras y en su Banco un potencial sostén a sus complejas situaciones económicas.
Mientras tanto, el gobierno de Colombia, luego de la controversia entre Trump y Petro, ha empezado a diversificar sus exportaciones, acercándose a la iniciativa china de la Franja y la Ruta. De esta manera, el principal aliado histórico que ha tenido Estados Unidos en América Latina podría seguir profundizando sus relaciones con el Sur Global a través de los BRICS.
La multipolaridad en las relaciones internacionales ha traído cambios sin precedentes. Los aranceles y demás amenazas de Trump a las naciones del mundo van en sentido contrario de una política exterior acorde a los tiempos actuales. Y en ese marco, los BRICS pueden llegar a convertirse en la kriptonita de Donald Trump.