Una región, todas las voces

L21

|

|

 

Los efectos del error humano en la salud del planeta

La mejor vía para detener el incremento de temperatura global es reducir la acumulación de dióxido de carbono, pero los negacionistas y gobiernos que podrían conducir el cambio no están dispuestos a hacer el sacrificio.

Tal como se vaticinaba desde el siglo XIX, el planeta está sufriendo un incremento dramático de la temperatura global; los últimos 10 años han sido los más calientes registrados en la historia. Pero, el término “calentamiento global” de uso corriente hasta los años 90, y que implicaba la responsabilidad de los gases de efecto invernadero en el incremento de la temperatura superficial terrestre, ya no forma parte de nuestro vocabulario corriente. Al inicio del milenio, fue reemplazado hábilmente por el eufemismo de “cambio climático” por impulso del gobierno de George W. Bush. El presidente no podía permitirse el lujo de inculpar al sector privado, y especialmente al lucrativo negocio de los hidrocarburos, al cual debía la victoria electoral y ganancias como accionista, de ser el responsable de la destrucción del planeta.

Una vez relegada la noción de que la tierra se estaba calentando progresivamente debido al uso extensivo e intensivo de combustibles fósiles como fuente de energía industrial y de transporte, se allanó el camino para incluso negar que esto era posible. De manera derivada, un grueso de políticos en países poderosos ha llegado a ir más allá de la refutación de que los patrones climáticos se han transformado por la acción humana. Han llegado a satanizar soluciones que podrían ser efectivas y viables, como la energía solar y eólica. En consecuencia, se está volviendo imposible alcanzar la meta del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a por debajo de los dos grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.

El “cambio climático” es un concepto ambiguo que lo dice todo y no dice nada. Esa imprecisión le permite dar nombre a iniciativas aparentemente colosales como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). El título correcto de ese panel podría ser Compilación Periódica de Datos Sobre la Destrucción del Planeta Debido a la Acción Humana, aunque el título tampoco nos amedrentaría. Tanto la palabra “cambio” como nuestro entendimiento de lo que realmente está pasando entrañan la connotación de que nuestra auto aniquilación como raza es inevitable, como el paso de la luz verde a la roja de un semáforo, o el paso de la vejez a la muerte en los seres vivos.

El cambio climático que niegan algunos con el poder de revertirlo, es aceptado por otros como un hecho dado para el cual hay soluciones como la “adaptación” y la “resiliencia”.  Ante esta dicotomía, es imposible imaginar un futuro diferente, uno con menos consumo de combustibles fósiles y productos contaminantes como el plástico y la ropa de un solo uso. Y mucho menos, uno con más justicia social y con menos pobreza y marginalización. Estamos abocados a encontrar salidas parciales, en lugar de soluciones al problema de raíz.

¿Cómo llegamos a esto? Con un discurso concertado y bien financiado, semejante pero exponencialmente mayor al de las tabacaleras, que en su momento vendieron la fantasía de que no había evidencia científica de que fumar causaba cáncer y que consideraban que impedir el consumo de cigarrillo en lugares públicos atentaba contra la libertad individual.

Este abordaje del problema tiene consecuencias concretas muy graves. Por ejemplo, el gobernador republicano del estado de Florida en EEUU, Ron DeSantis, firmó recientemente una ley que prohíbe a los municipios aprobar protecciones contra el calor para trabajadores. Al igual que el tabaco, la exposición al calor impacta la salud e impedir políticas que mitiguen sus efectos equivale a negar los peligros de los extremos climáticos. La magnitud del problema queda en evidencia. Solo en EEUU, según Public Citizen alrededor de 2.000 trabajadores mueren anualmente por estrés térmico y muchos otros miles sufren de enfermedades relacionadas con el calor como insolación y deshidratación.

El calor nos afecta desde que somos fetos hasta que morimos. Los humanos que se desarrollan menos durante su gestación debido a condiciones de calor extremo, e incluso nacen prematuramente por la misma razón, sufren consecuencias permanentes a lo largo de sus vidas. Mientras que los sistemas de salud absorben los impactos económicos del creciente número de afectados por estas dolencias.

El calentamiento global, término que en el pasado se refería a la transformación del planeta, no de su clima, es un marco de pensamiento que en progresión lógica debió llevarnos a hablar de la auténtica crisis climática que estamos viviendo. Ya no cabe decir que la tierra se está calentando, sino que está caliente y ya no se puede hablar de un cambio climático sino de una emergencia climática que no se puede ignorar. El planeta está en la puerta del servicio de urgencias en un estado simultáneo de desecación e inundación, tormentas intensas y bochornos paralizadores.

Los acuerdos internacionales resultan insuficientes, especialmente cuando las diferentes guerras en Europa, el Oriente Medio y África demuestran que las vidas humanas son desechables en la práctica. Sabemos que la mejor vía para detener el incremento de temperatura global es reducir la acumulación de dióxido de carbono, pero los negacionistas y gobiernos que podrían conducir a los demás países hacia el cambio no están dispuestos a hacer los sacrificios necesarios.

Es como si los gobernantes a cargo de liderar estuvieran avivando las llamas de un incendio en un bosque seco.*Este es un texto enmarcado en la colaboración entre la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y Latinoamérica21 para la difusión de la plataforma Voces de Mujeres Iberoamericanas. Conoce y únete AQUÍ a la plataforma.

Autor

Otros artículos del autor

Doctora en Promoción de la Salud. Miembro del Consejo Asesor Internacional de The Lancet Global Health y miembro del Comité Directivo del Grupo de Trabajo Temático de Sistemas de Salud en Entornos Frágiles y Afectados por Conflictos de Health Systems Global Health.

spot_img

Artículos relacionados

¿Quieres colaborar con L21?

Creemos en el libre flujo de información

Republique nuestros artículos libremente, en impreso o digital, bajo la licencia Creative Commons.

Etiquetado en:

COMPARTÍR
ESTE ARTÍCULO

Más artículos relacionados