Estaba sentado en la parte más alta del auditorio que se encontraba repleto, pues la persona que dictaba el curso es una de las figuras clave para la democracia en México. De todas las enseñanzas y experiencias que nos compartió aquellos días, hay una que no he podido olvidar: “La construcción de nuestra democracia se basó en la desconfianza”.
Con esa frase resumió las diferentes disputas técnicas, teóricas, ideológicas y políticas que, entre partidos políticos, estos y la sociedad civil, y ella con el Gobierno llevaron a la creación del entonces Instituto Federal Electoral (IFE) que hoy, como Instituto Nacional Electoral (INE), nuevamente es el centro de la desconfianza que ha hecho que los mexicanos nos pongamos en uno de los dos siguientes bandos: “transformadores” o “continuistas”.
Los “transformadores” apoyan la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador para reformar al INE a través del llamado Plan B, que, entre otras cosas, comprende recortes en la estructura operativa del instituto. Por su parte, los “continuistas” critican el Plan B al mostrar que sus recortes estructurales y presupuestales implicarían que la realización y validación de las elecciones pase de facto al gobierno en turno.
Más allá de la discusión de los recovecos legales del plan, este nuevo episodio de desconfianza traduce la narrativa de ambos bandos en una puesta en escena: las marchas. Los “continuistas” salieron primero a la calle el 13 de noviembre de 2022 para denunciar el intento de destrucción del instituto; López Obrador convocó una marcha en respuesta el 27 de diciembre del mismo año para mostrar el amplio respaldo popular de su iniciativa. Para este año, los “continuistas” salieron a la calle el 26 de febrero; los “transformadores” harán lo propio el 18 de marzo.
¿Cuáles son las ideas en contienda? El Gobierno ha puesto a la “austeridad” como el centro de su reforma: quién no defendería ahorrar más y gastar menos (casi) en lo que sea. Por su parte, los continuistas han hecho lo propio con la “seguridad”, es decir, defienden la idea de que, si bien el INE puede ser costoso, la certeza que les otorga a los procesos y resultados electorales están por encima de cualquier cifra.
Las marchas de ambos bandos son un buen signo de los tiempos de polarización afectiva que estamos viviendo. La mayor parte de las reformas impulsadas por el Gobierno nos han obligado a estar a favor o en contra y, en consecuencia, la pluralidad democrática ha tenido que sincretizarse artificialmente para defender en bloque algo sobre lo que tiene diferencias.
La dinámica de la actual democracia mexicana está nuevamente sustentada en la desconfianza que le dio origen y en afectos que la debilitan al dividirnos. El discurso gubernamental refleja la desconfianza que tiene hacia la democracia misma, el INE no es más que la cara visible del desprecio que los “transformadores” le tienen a la democracia, pero que adornan con el discurso de ser portadores de la voz del pueblo. Por su parte, los “continuistas” tendrán poco éxito al traducir su idea de “seguridad” a la población si solamente la ligan al rechazo y enojo que les suscita la figura de López Obrador.
Luego de las crisis que hemos atravesado en este siglo, los mexicanos estaríamos de acuerdo en que ahorrar es una buena idea, pero, al mismo tiempo, sabemos que el alto costo de las elecciones nos ha permitido, durante este mismo siglo, la alternancia en el poder y la expresión de nuestra voz a través de la emisión del voto. En este doble contexto, marchar es expresión de la crisis/oportunidad en que se encuentra la democracia mexicana.
Aunque falta un largo camino legal para que el Plan B sea una realidad, es probable que, a pesar de la segunda marcha ciudadana de los “continuistas”, los “transformadores” ya hayan dado los primeros pasos hacia su aplicación. Por ello, no debemos perder de vista las ideas que sustentan la disputa por el INE, pues estas definen no solo la estructura y el funcionamiento de una institución, sino el futuro de la democracia mexicana.
Usted, ¿por quién marcha: por la austeridad o por la seguridad? Las ideas están en disputa; la calle es la cancha donde se juega la partida.
Autor
Profesor-Investigador del Centro de Inv. para la Comunicación Aplicada (CICA), Universidad Anáhuac México. Doctor en Filosofía Política. Coordinador del Proyecto ¿Consolidación o debilitamiento de la democracia en América Latina? en la UNAM.