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¿Quién derrotó al masismo en Bolivia?

Los resultados electorales del domingo 7 de marzo en Bolivia representan, sobre todo, una acentuada redistribución del poder político que el Movimiento al Socialismo (MAS) había recuperado en las últimas elecciones generales en noviembre. El masismo, obtuvo, en aquella elección, una victoria de 55% en las urnas y, además de reconquistar la presidencia, mantuvo una sólida mayoría en ambas cámaras. Los resultados de las elecciones para gobernador y alcalde, por el contrario, propinan una pérdida electoral innegable e importante para el oficialismo.

Esta derrota actualiza la pulseada entre la Bolivia del poder central y la Bolivia del poder local y regional. Destrincar algunos argumentos ayuda a apuntar un escenario electoral futuro que puede traer elementos nuevos en la dinámica del poder en el país.

El primer aspecto es que el masismo se consolida como el único partido político de expresión nacional en los moldes tradicionales. Esta elección confirmó la ya conocida organicidad y estructura del MAS. Presente como fuerza electoral en todo el territorio nacional, disputó en los nueve departamentos y en prácticamente las diez ciudades más importantes del territorio nacional entre los primeros lugares, mantuvo su predominio rural y participó de la contienda sin alianzas con otros partidos. Sin embargo, el masismo ha perdido de forma significativa a nivel de gobiernos locales.

Parafraseando a casi todos los gobernantes del planeta en el marco del combate al COVID-19, los dirigentes del MAS podrían decir: “Luchamos contra un enemigo invisible”, puesto que tras un primer vistazo es difícil identificar a una fuerza política convencional o tradicional como vencedora.        

¿Qué dicen los números?

Entre las nueve gobernaciones en disputa, el MAS venció en primera vuelta en tres departamentos: Cochabamba, Oruro y Potosí. Perdió definitivamente en Santa Cruz ante el populista de extrema derecha Fernando Camacho (CREEMOS, 55%) y virtualmente perderá también en el departamento del Benipara, frente a Alejandro Unzueta (MTS, 49%). Habrá segunda vuelta en cuatro gobernaciones el 10 de abril: La Paz, Chuquisaca, Tarija y Pando. En las cuatro el MAS participará contra diferentes partidos rivales. Si bien en La Paz tiene un cierto favoritismo, en Pando, Chuquisaca y Tarija está indefinido y el MAS no es el favorito. Así, en un escenario optimista el partido oficialista puede ganar cinco departamentos y en el peor escenario puede tener tres o cuatro.

En el caso de las elecciones municipales, la Constitución no prevé la segunda vuelta. Con casi 90% de los votos contados oficialmente, el MAS perdió en siete de las nueve capitales de departamento, además de la ciudad de El Alto. Las 2 ciudades que le dieron la victoria fueron Oruro y Sucre, y en esta última la diferencia es tan pequeña que aún puede cambiar.

La Paz, El Alto y Cochabamba son tal vez las derrotas más sentidas para el masismo, ya que, en las tres ciudades, de gran importancia poblacional, los candidatos opositores ganaron con resultados muy expresivos. En otras tres ciudades importantes (Potosí, Trinidad y Santa Cruz) el MAS no alcanzó ni la segunda colocación. Es verdad que el masismo ha tenido, históricamente un desempeño mediocre en las capitales del eje troncal (Santa Cruz, Cochabamba, La Paz), pero ciudades como Potosí y El Alto siempre fueron reductos electorales del MAS y ahora serán gobernadas por la oposición.

¿Quién ganó al MAS?

El MAS enfrentó a una oposición fragmentada y atomizada. Prácticamente, no hay nexos orgánicos o partidarios entre los diferentes vencedores. De oriente a occidente, de norte a sur no hay un clivaje partidario sólido, mucho menos ideológico. Por ejemplo, el partido Jallalla, que venció en El Alto e irá a la segunda vuelta en el departamento de La Paz, no tiene ninguna correlación ideológica con el frente SUMATE, vencedor en la ciudad de Cochabamba, que congregó a los sectores urbanos de clase media y alta. La dinámica política regional y local fue compuesta únicamente por actores sociales territoriales, mientras que las estructuras partidarias nacionales estuvieron ausentes.

El MAS enfrentó adversarios totalmente diferentes y con características distintas en cada territorio. Nunca fue tan inadecuado, desde la óptica masista, que la dirigencia central —encabezada por el ex-presidente Evo Morales— determinara la estrategia y la lista de candidatos a participar en todo el país. La estrategia única frente a rivales atomizados y fragmentados solo podía dar ese resultado.

Los frentes de oposición en estas elecciones fueron movimientos cívicos, organizaciones juveniles y plataformas que defienden la cuestión ambiental, la defensa de la democracia y los derechos civiles. Cada uno de ellos tiene pautas diversas en cada departamento y en cada ciudad. Los partidos políticos fueron espectadores meros o directamente irrelevantes.

¿Cómo se perfila el futuro?

En materia de geografía electoral, de estas elecciones surge un acentuado mosaico multicolor de frentes atomizados y características diversas. Sin embargo, a nivel de candidaturas individuales, en el campo de la oposición hay actores políticos que deben perfilarse como figuras presidenciables para el futuro. Todos esos personajes fueron figuras de peso nacional en el pasado. Reyes Villa (Cochabamba) fue, al inicio del periodo masista, uno de los más notables opositores que terminó exilado por muchos años. Arias (La Paz) fue uno de los ministros más prominentes del gobierno transitorio de Añez. Eva Copa (El Alto) era presidenta del Senado por el MAS y recientemente expulsada del partido. Finalmente, Camacho (Santa Cruz) adquirió renombre nacional al ser uno de los protagonistas de la derrocada de Morales en 2019. Al Mas le queda enfrentar la reorganización interna y la necesidad de encarar la renovación de su dirigencia.

Las elecciones le dejan una enseñanza al país. La representación político-partidaria en el ámbito nacional no influyó al elector y las dinámicas regionales impulsaron una lógica totalmente distinta, estableciendo un equilibrio de fuerzas para los próximos años. Desde la óptica democrática, este panorama puede ser el preámbulo de buenas noticias a futuro.

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Cientista político. Cofundador del Inst. AFortiori (Brasil). Fue Director de Investigación del Inst. de Estudos do Trabalho e Sociedade-IETS (Brasil). Master en Ciencia Política por el Inst. Univ. de Investigaciones de Rio de Janeiro-IUPERJ (actual IESP/UERJ).

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