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Soluciones colectivas para un mundo interconectado

Todos formamos parte de un gran sistema interconectado y debemos enmarcar nuestros problemas en contextos reales. Todo está interconectado: el clima, nuestro entorno y nuestra salud. Nada puede abordarse de forma aislada.

Todo está interconectado, pero comprender estas interconexiones e interdependencias no es fácil. Muchos de nosotros hemos aprendido a procesar compartimentando y aislando las piezas individuales de un problema, con la esperanza de resolverlo de forma aislada y luego volver a la imagen más amplia para resolver la siguiente pieza. Como sociedades, hemos desarrollado sistemas enteros de gobernanza basados en esta idea de compartimentar o aislar nuestros respectivos sistemas (como suele ocurrir en los ministerios), para dividir y abordar nuestros retos en trozos más pequeños. Desgraciadamente, como resultado de ello, a menudo no reconocemos las interdependencias de estos diversos sistemas y cómo los cambios en unos afectan a otros. No solo no es un uso muy eficiente de los recursos, sino que a menudo tiene consecuencias imprevistas. Todo es un sistema: muy pocas cosas funcionan de forma aislada.

En el panorama internacional del desarrollo sostenible, esto se ha hecho evidente a medida que la comunidad mundial lucha por avanzar en los ODS. Cada vez son más evidentes las interdependencias, los vínculos y las compensaciones que deben tenerse en cuenta para avanzar realmente. Además de las interdependencias dentro de los propios ODS –otro conjunto de interdependencias que a menudo no tenemos en cuenta a la hora de abordar los retos del cambio medioambiental global que nosotros mismos hemos provocado–, para tener éxito es necesario que todos participen en un proceso basado en pruebas. 

Necesitamos transformar nuestros enfoques

Para continuar como especie en este planeta, necesitamos tener éxito. Como Homo sapiens, somos miembros de la especie que ha realizado cambios fundamentales y posiblemente irreversibles en los sistemas de la Tierra. Estos cambios han afectado significativamente a nuestro clima y medio ambiente y, en última instancia, a nuestra salud, tanto individual como colectiva. Para que podamos tener un impacto tangible en la mitigación y adaptación a estos cambios globales, también necesitamos transformar fundamentalmente nuestros enfoques.

Tenemos que reconocer que los cambios globales que estamos presenciando no respetan ninguna frontera geopolítica, que no todo el mundo ha contribuido al desastre en el que nos encontramos y que, a menudo, los que están sintiendo los mayores impactos pertenecen a las comunidades que tienen menos culpa de los problemas a los que nos enfrentamos. Tenemos que entender que, para realizar los cambios necesarios para transformar realmente la sociedad tal y como la conocemos, necesitamos comprometernos directamente con nuestra humanidad y reconocer que todos estamos juntos en esto.  

De ahí la importancia de adoptar un enfoque verdaderamente transdisciplinar. Es fundamental porque parte de la equidad, que es un lugar de codesarrollo, y del reconocimiento de que la experiencia se presenta en muchas formas diferentes. Un planteamiento transdisciplinar reconoce que para comprender y abordar realmente un reto socialmente relevante es necesario implicar a quienes se ven afectados por él y enmarcarlo de forma que sea relevante para la comunidad a la que afectará.

Hay que compartir la propiedad y hacer que todos participen en el proceso, teniendo en cuenta la condición humana y cómo interactuamos unos con otros. Tiene que pensar en todas las habilidades blandas que a menudo se han descuidado en los tiempos modernos –inteligencia emocional, confianza, empatía, autoconciencia, compromiso– y reconocer que estos factores desempeñan un papel fundamental.

El pasado y el presente

La historia, y su impacto en el presente, también tiene que desempeñar un papel protagonista a la hora de considerar cómo desarrollamos nuestros diálogos, sobre cómo trabajamos para reconstruir las relaciones de confianza y comprender las dinámicas de poder reales y percibidas en torno a las que hemos construido nuestras sociedades.

El tiempo es esencial –pero el tiempo es también un componente clave de estos debates– y necesitamos todo el que podamos conseguir. Tenemos que dedicar tiempo a restablecer relaciones, a crear asociaciones equitativas, a dar los pasos necesarios para reconstruir la confianza. Debemos crear puentes entre la ciencia y la sociedad, pero mucho más que eso, ya que a menudo olvidamos cómo trabajar juntos sin entrar en conflicto.

Tomar la decisión consciente de abordar nuestros retos comunes de cambio global a través de una lente transdisciplinar es un primer paso adelante, como lo es tomar la decisión consciente de actuar juntos, como iguales. También debemos recordar que todos formamos parte de un gran sistema interconectado y que debemos enmarcar nuestros problemas en contextos reales. No es fácil, pero nada que merezca la pena lo es, sobre todo si queremos continuar como especie, en este planeta, y vivir bien. Todo está interconectado: el clima, nuestro entorno y nuestra salud. Nada puede abordarse de forma aislada.

Autor

Directora Ejecutiva del Foro Belmont, una activa agente del conocimiento que ha desarrollado su carrera en el ámbito de las relaciones internacionales en la interfaz ciencia-sociedad-política.

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