Una región, todas las voces

L21

|

|

 

¿Una grieta en el relato mileista?

La estabilidad en la aprobación de Javier Milei tras dos años de gobierno enfrenta su mayor amenaza con el caso Spagnuolo, que erosiona el relato anticorrupción en plena recta electoral.

En casi dos años de gestión, la evaluación del gobierno de Javier Milei se ha mantenido sorprendentemente estable: no hay una tendencia marcada hacia el desgaste, pero tampoco hacia el fortalecimiento. Este fenómeno resulta llamativo, considerando que, como el propio Presidente afirma, llevó adelante “el ajuste más grande de la historia”, lo que inevitablemente generó un impacto negativo en distintas variables de la economía diaria de los argentinos. Sin embargo, algunos momentos en estos meses sí produjeron preocupación por su vertiginoso efecto en la opinión pública.

Si se realiza un promedio simple de las principales mediciones sobre la aprobación del gobierno de Milei, el promedio del ciclo es de casi 49 puntos. Sin embargo, septiembre de 2024 aparece como el punto más bajo con 45 puntos. Determinar su causalidad es complejo, pero la mayoría de analistas e investigadores coincide en que hubo cinco temas centrales que funcionaron como catalizadores. Uno fue el deterioro del presupuesto universitario, que derivó en una multitudinaria marcha a finales de abril. Otro, los recortes en la cobertura médica para adultos mayores a través del PAMI en junio y agosto, y la represión de la marcha de jubilados tras el veto a la ley previsional en septiembre. Hacia finales de mayo se conoció además la existencia de acopio de alimentos por parte del Ministerio de Capital Humano, que impedía su llegada a comedores populares. Por último, y no menor, la cotización del dólar blue —aquel que se negocia en el mercado informal— alcanzó en julio los $1.500 para la venta, generando la sensación de desestabilización económica. Cada uno de estos elementos, en distinta medida, activó sensibilidades diversas: desde el temor por el futuro educativo y social hasta la percepción de injusticia en el reparto de recursos o la pérdida de control económico.

Por entonces, la Universidad Di Tella reflejó este período de inestabilidad en su Índice de Confianza en el Gobierno. En la última medición del mes de agosto de 2025 no solo se registró una nueva caída abrupta de casi 14 puntos intermensualmente, sino que el nivel quedó por debajo del observado en septiembre de 2024. Nuevamente, el malestar presupuestario en el hospital de niños Garrahan, el veto al aumentando la jubilaciones, el veto a la ley que declara emergencia en discapacidad, el consumo que no logra recuperarse y un nuevo rally alcista de la cotización del dólar, aparecen en el centro de las turbulencias.

Como si el panorama no fuese lo suficientemente desalentador para el oficialismo, a poco más de quince días de las elecciones en la provincia de Buenos Aires y dos meses de los comicios nacionales, el caso Spagnuolo apareció como un nuevo factor de desestabilización. Se trata de una denuncia por supuestas maniobras de corrupción en la administración de fondos públicos destinados a la compra de medicamentos para personas con discapacidad, que involucra a un funcionario de segunda línea pero con vínculos estrechos dentro del oficialismo. A los pocos días de conocerse el caso, una encuesta de M&F reveló que el 90% de los argentinos estaba al tanto del tema, un número inusualmente alto en un país donde la política suele ocupar un lugar secundario frente a otras urgencias cotidianas. La atención se explica, sin dudas, tanto por el contexto electoral como por la amplificación mediática y, en no menor medida, por la difusión interesada que habrían promovido sectores internos en pugna. Ahora bien, aunque la visibilidad del escándalo es enorme, su impacto electoral inmediato parece limitado: el 80% de los encuestados afirma que no cambiaría su voto por este motivo. El informe no lo precisa, pero incluso si solo una fracción de quienes aseguran que modificarían su elección correspondiera a votantes blandos, el efecto podría ser significativo y traducirse en un daño serio en una elección reñida.

Dicho lo anterior, es posible que el impacto más relevante de este caso no esté en alterar la intención de voto en el corto plazo, sino en su potencial para erosionar el relato mileísta. Algo que, sin dudas, sería muy lesivo en el mediano y largo plazo. El gobierno construyó desde el inicio un relato político basado en la idea de que la corrupción y la mala administración de lo público eran patrimonio exclusivo de una “casta” político-empresarial ajena, responsable del estancamiento y la pobreza en el país.

Frente a ello, Milei se presentaba como alguien que venía desde afuera de la política para terminar con la casta y sus prácticas. El ajuste económico se justificaba en el sacrificio coyuntural para poder estar mejor en el futuro. En los estudios de opinión pública todo eso ha permeado y es apoyado. Hay muchos aspectos de Milei que no agradan, pero se le reconoce la capacidad de haber ordenado la economía, generar más tranquilidad y contrastar con los kirchneristas. El caso Spagnuolo, sin embargo, amenaza con corroer ese relato originario al mostrar que las prácticas opacas pueden anidar también dentro del propio espacio oficialista. Es, por ahora, una grieta en el relato, pero podría convertirse en algo más grave para aquello que le da sentido a la llegada de Milei al poder, sus acciones cotidianas y su proyección hacia el futuro.

Aún es posible que el gobierno obtenga un buen resultado electoral en 2025, tal como reflejan las encuestas. La percepción de que logró estabilizar la inflación y la ausencia de alternativas competitivas en la oposición constituyen sus activos más importantes. No obstante, el desafío no se limita a contener el impacto coyuntural en las encuestas, sino a reconfigurar un relato político que hoy se ve amenazado en su núcleo más sensible: la promesa de ser distintos.Es posible que la idea de que se trata de una “operación mediática” sea, por un tiempo, el único recurso al que el gobierno apueste. Pero esa táctica es tan débil como insostenible. Si la percepción de corrupción germina en el electorado, en particular entre los más cercanos al oficialismo, las palabras perderán peso ante lo que se percibe como hechos. Como diría el filósofo y poeta Ralph Waldo Emerson: “Lo que haces habla tan fuerte que no puedo escuchar lo que dices.”

Autor

Otros artículos del autor

Profesor en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad de Belgrano, Argentina, donde también investiga sobre comportamiento político y electoral, comunicación política y psicología política. Magister de FLACSO y politólogo y sociólogo de la UBA.

spot_img

Artículos relacionados

¿Quieres colaborar con L21?

Creemos en el libre flujo de información

Republique nuestros artículos libremente, en impreso o digital, bajo la licencia Creative Commons.

Etiquetado en:

Etiquetado en:

COMPARTÍR
ESTE ARTÍCULO

Más artículos relacionados