En el Perú, las leyes de la Física son puestas a prueba, puesto que la actividad política de treinta días parece la de treinta meses. El vértigo de estas primeras semanas de gobierno de Pedro Castillo deja un saldo agotador para la población, al persistir tanto la incertidumbre sanitaria como económica. Por si fuera poco, el flamante gabinete de ministros presidido por el también Congresista Guido Bellido ya cuenta con una notoria renuncia y otro ministro gravemente cuestionado que reconfirman la poca idoneidad de quienes hoy ocupan una cartera ministerial. Tal circunstancia, sumada a la tensa relación con el Congreso, proyectan una guerra de desgaste de final traumático y abrupto.
El pasado jueves 26 de agosto, Guido Bellido, presidente del Consejo de Ministros, llegó al Congreso de la República para pedir el voto de confianza de un gabinete de ministros que ya había nacido en medio de una gran turbulencia: este juramentó cerca de la medianoche del 29 de julio, tras horas de incertidumbre por los problemas que Pedro Castillo y Guido Bellido tuvieron para completar la nómina de 18 ministros. Recién el 30 de julio completaron la lista, con la juramentación de los ministros de Economía y Justicia.
A puertas del voto de confianza, el contexto ya había forzado la renuncia del otrora canciller y exguerrillero comunista Héctor Béjar. La renuncia se hizo impostergable tras hacerse públicas unas declaraciones en las que afirmaba que la organización terrorista Sendero Luminoso había sido un invento de la CIA y de la Marina de Guerra del Perú (sic). La salida de Béjar fue el cierre de un primer capítulo político que ya tenía varios días a un gobierno contra las cuerdas, debido a las flagrantes limitaciones profesionales y la cuestionable capacidad ética de algunos ministros vinculados a Sendero Luminoso o sus organismos de fachada.
Bellido se dirigió al Congreso de la República en quechua, lengua originaria, reconocida como oficial y hablada por cerca de cuatro millones de peruanos. La intervención fue interrumpida por airadas críticas de la oposición, al no entender lo expresado por el Premier y poner en evidencia la falta de traductores oficiales en ese idioma. Evidentemente, Bellido y compañía consiguieron desviar la luz de los reflectores hacia aspectos de forma relacionados a las lenguas oficiales del Perú y evitar discusiones de fondo sobre lo planteado en su discurso. La maniobra distractora tuvo efecto esencialmente por el poco oficio de un Congreso que cayó en el juego de Bellido. De esta manera, el gabinete logró superar el primer escollo para el inicio de su gestión con 75 votos a favor, siendo necesario un mínimo de 66 votos de 130 posibles.
Sin embargo, no pasó ni una semana del voto de confianza para que el ministro del Trabajo y Promoción del Empleo, Iber Maraví, enfrentara serios cuestionamientos por los vínculos que él y su familia tienen con el MOVADEF, vigente organismo de fachada de Sendero Luminoso. La información llevó a que Bellido le pida su renuncia, aún pendiente de ser realizada. De esta manera, esta administración culminó el primer mes de gestión con varios tropiezos básicamente producidos por propios disparos al pie.
Es muy posible que el resto del 2021 se caracterice por el manifiesto amateurismo del gabinete ministerial, que, según se percibe, estaría dirigido desde las sombras por Vladimir Cerrón, presidente del oficialista Partido Perú Libre y sentenciado por corrupción. A ello se suma la presencia ausente de Pedro Castillo, quien ha tenido que declarar en televisión que quien manda es él y no Cerrón, lo que pareciera ser una confesión de parte en el sentido opuesto. Asimismo, la depreciación del sol frente al dólar y las pendientes medidas de reactivación económica plantean un escenario crítico para el despegue de la actividad productiva nacional, en tanto se incrementan las dudas sobre la capacidad ejecutiva para potenciar el sector salud. En paralelo, en el Congreso no son pocas las voces que reclaman censurar a más de un ministro y hasta gestionar la vacancia presidencial, mientras que Guido Bellido amenaza con la disolución del Congreso tal y como ocurrió en septiembre del 2019. En un país que ha pasado por dos renuncias y una vacancia en cinco años, el uso de tales prerrogativas no parece ser ya de tipo excepcional.
Aunque por momentos el Perú parece un producto de la imaginación de Kafka, en otros pareciera haber sido concebido como elemento de ciencia-ficción. Así como la notable película de ciencia ficción Interestelar representó con claridad nociones complejas de la Física con relación al espacio-tiempo, la política peruana parece retarlas también. Finalmente, esta es una carrera contra el reloj entre el Ejecutivo y Legislativo que, desafortunadamente, no dejará a nadie bien parado.
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Foto del Congreso de la República del Perú
Autor
Economista. Profesor adjunto en el Instituto de Empresa de Madrid. Fue consultor en Práctica Global de Educación del Banco Mundial. Máster en Administración Pública por la Universidad de Princeton.