Un recorrido por Bogotá lo puede llevar a uno a pasar de repente de barrios con casas y edificios de gran lujo, parques y restaurantes de primer nivel mundial a suburbios con calles sin pavimentar y construcciones precarias donde la gente vive al borde de la miseria. Una realidad no exclusiva de la capital colombiana, sino evidente para todo aquel que haya explorado un poco casi cualquiera de las grandes urbes de Latinoamérica. De hecho, en pocos lugares del mundo se pueden ver los contrastes tan extremos que se encuentran en las principales ciudades de nuestra región. Pero, recorridos al margen, ¿qué dicen los datos sobre estas diferencias dentro de las ciudades latinoamericanas?
Desde hace décadas que medimos la desigualdad a escala nacional. Esos datos, como ya hemos discutido varias veces en este blog, reflejan cómo los países latinoamericanos se encuentran entre los más desiguales del mundo. Es evidente que esa desigualdad tiene hoy un fuerte componente urbano, y por ello recientemente hemos empezado a medir la desigualdad dentro de las ciudades. Analizando los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se puede ver cómo muchas de las principales urbes latinoamericanas presentan niveles de desigualdad de ingresos muy elevados y, en la mayoría de los casos, superiores al nivel nacional. Por ejemplo, mientras Colombia presenta un coeficiente de Gini (que mide la desigualdad de 0 a 1) de 0.53, lo que hace del país uno de los más desiguales del planeta, Bogotá presenta hoy un coeficiente de Gini superior al 0.6. De forma similar, mientras en Argentina la desigualdad ronda el 0.43, en Buenos Aires asciende a más de 0.5. (Para más datos y un mayor análisis, véase el artículo publicado recientemente en la revista científica Journal of Regional and Urban Economics).
Los datos analizados también reflejan que entre mayor sea la urbe, la desigualdad experimentada por sus habitantes suele ser mayor. Ciudades como São Paulo, Río de Janeiro y Ciudad de México acogen hoy cada una a más de 20 millones de habitantes y son de lejos las mayores aglomeraciones urbanas de América Latina. Las tres presentan los índices de Gini para la distribución del ingreso más altos: alrededor de 0.6. Por el contrario, Montevideo, con una población de menos de dos millones de habitantes, presenta un coeficiente de Gini de 0.45, mucho menor que el de la mayoría de las grandes urbes de Latinoamérica.
Una elevada desigualdad intraurbana se traduce en grandes carencias para muchos de los residentes de nuestras principales ciudades»
Una elevada desigualdad intraurbana se traduce en grandes carencias para muchos de los residentes de nuestras principales ciudades. Por ejemplo, en Colombia hasta un 15% de los residentes de las zonas urbanas no tiene acceso a servicios básicos de alcantarillado. En varios países centroamericanos la cifra sube hasta el 20% y en Bolivia casi alcanza el 40%.
Dado que las grandes urbes actúan como polos de atracción y, por tanto, siguen creciendo de forma acelerada, cabe esperar que sus niveles de desigualdad sigan aumentando. Eso, a menos que se ejecuten acciones determinadas para evitarlo. La desigualdad ha sido tradicionalmente una de las principales lacras y madre de muchos otros males de nuestra región. Hoy, el desafío de la desigualdad tiene principalmente una dimensión urbana que amenaza la viabilidad socioeconómica y política de nuestras ciudades y, por ende, de nuestras sociedades.
Autor
Profesor de la Univ. Autónoma de Barcelona. Doctor en Economía por la Univ. de Barcelona. Master en Desarrollo del Centro de Asuntos Internacionales de Barcelona (CIDOB). Especializado en econ. internacional y econ. urbana.