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La vicepresidenta colombiana en África: un avance de la diplomacia del Sur

La vicepresidenta colombiana, Francia Márquez, culminó su gira diplomática en Sudáfrica, Kenia y Etiopía, por la cual ha sido fuertemente criticada. Si este esfuerzo se consolida, sin embargo, podría convertirse en un golpe maestro de la diplomacia en el Sur Global, con implicaciones para la industria, el comercio, la cultura y el cambio climático en África y América Latina.

Pocos eventos recientes han recibido tanta crítica banal, predecible y farandulera como el periplo diplomático de la vicepresidenta a varios países africanos. Se ha hablado del costo del combustible, de la numerosa comitiva y de la percibida arrogancia de Francia, entre otras cosas. Esto no hace más que evidenciar los estándares dobles a los que sometemos, como sociedad, a la primera vicepresidenta negra del país.

No obstante, no se puede negar el impacto que estas críticas han tenido sobre la opinión pública. Una encuesta de Datexco indica que más de la mitad de los colombianos no está de acuerdo con el viaje – en comparación con 29% que sí lo está – y que más de siete de cada diez encuestados considera que la vicepresidenta debería dar explicaciones con respecto al viaje y sus costos.

Pese a tanta cortina de humo, sale a relucir una inquietud legítima: ¿Por qué deberíamos priorizar el acercamiento diplomático con los países africanos cuando somos económicamente más dependientes de las relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea?

La vicepresidenta ha dado algunas explicaciones sobre la búsqueda de este fortalecimiento de las relaciones diplomáticas. “Por muchos años, Colombia ha estado de espaldas al continente africano. […] En lo económico, si uno a un continente que tiene 1.390 millones de habitantes lo desprecia diciendo que no hay qué hacer ahí, yo creo que es una visión muy sesgada”. También se refirió a la larga historia de los conflictos y los esfuerzos de construcción de paz en la región: “[África] es un continente de reconciliación y ahí, en ese punto, tiene mucho que ofrecerle a nuestro país”.

Este esfuerzo hace parte de las funciones delegadas por el presidente Gustavo Petro en el marco del fortalecimiento de las relaciones internacionales con los movimientos afrodescendientes. Hasta ahora, se ha anunciado la firma de numerosos acuerdos de entendimiento en materia de comercio, cultura, e incluso género, este último a través del programa “Ella exporta a África”, que busca impulsar las economías femeninas en el país. Aunque estos ya son avances significativos, de consolidarse esta estrategia podríamos estar presenciando una de las grandes maniobras diplomáticas del siglo desde el Sur Global.

Este acercamiento político, por un lado, podría ser la antesala a una dinámica de coordinación en espacios internacionales de negociación como el G77, una coalición de 134 países en desarrollo que ha sido fundamental para avanzar cualquier agenda política en las Naciones Unidas. América Latina y el Caribe además tienen mucho que aprender de la Unión Africana en materia de integración regional, considerando que esta última ha logrado presentar posiciones unificadas en estos espacios de manera consistente, contrario a las voces dispersas y divergentes que se escuchan desde este lado del Atlántico.

La emergencia de esta coalición birregional podría cimentar el liderazgo actual de Colombia y Brasil en la lucha global contra el cambio climático al movilizar a un bloque tan poderoso como la Unión Africana. Si bien los conflictos interregionales por la distribución del escaso financiamiento climático podrían generar rispideces, el alineamiento de las regiones podría servir para el incremento de las contribuciones por parte del Norte Global.

En este marco, debería priorizarse la exigencia de los recursos para la adaptación al cambio climático y el avance en la creación del Fondo de Pérdidas y Daños, acordado el año pasado en la cumbre de la COP en Egipto. Además, las regiones deben exigir compromisos globales para financiar la protección de las cuencas del Amazonas y del Congo- los dos sumideros de carbono más importantes del mundo- a través de instrumentos de cancelación de deuda, entre otros.

Este esfuerzo diplomático debe entenderse también desde la Política de Reindustrialización, que ha sido quizás el único programa del Gobierno Nacional que ha recibido cierto consenso entre los sectores del país. Esta busca ayudar al país a “transitar de una economía extractivista a una economía del conocimiento, productiva y sostenible”, a través del fortalecimiento del sistema empresarial y comercial, para priorizar sectores que fueron fuertes previo a la apertura neoliberal de los años 90, como la producción agroindustrial y farmacéutica.

Sin embargo, no se trata de una política estrictamente proteccionista. Todo lo contrario, esta depende del fortalecimiento de lazos comerciales con mercados donde estos productos puedan ser competitivos – no en Estados Unidos o Europa, sino en América Latina y en otras economías emergentes -. África sería un excelente candidato, teniendo en cuenta que la Zona de Libre Comercio Continental Africana es la más grande del mundo y que las ventas colombianas a países africanos se incrementaron un 158% en 2022 frente al año anterior.

La gira diplomática de la vicepresidenta promete. No obstante, sectores importantes del país no la estarán esperando de brazos abiertos y el racismo y la desinformación tienen mucho que ver con esto. También es cierto que ha faltado una estrategia integral para comunicar la importancia de esta visita diplomática desde la Vicepresidencia, en articulación con las demás dependencias del Gobierno Nacional. Y aunque parezca un detalle, esto no es poca cosa. Esta estrategia requiere un cambio radical de percepción para que podamos entendernos como un país que puede ir más allá de exportar materia prima y mano de obra barata al Norte Global. Debemos apropiarnos de esa energía creadora y aprender de otras regiones con retos similares.Mientras tanto, la senadora de oposición, María Fernanda Cabal, tuiteó un video de la Vicepresidenta bailando ritmos africanos durante la gira con el siguiente texto: “Esto es ‘vivir sabroso’”. Más allá de la ironía, esta declaración es curiosa: vivir sabroso claro que es sonreír, bailar y estar en contacto con las raíces, con la matriz. De hecho, la herida colonial puede empezar a sanar a partir de esta conversación. Qué hermoso ver a la representante de todos los colombianos reconstruyendo el cordón umbilical entre nuestros pueblos a través del arte, el amor por el territorio, el baile y la sonrisa.

Autor

Coordinador de Proyectos en Política Ambiental y Fiscal de la Fundación Friedrich Ebert en Colombia (FESCOL). Masgíster en Relaciones internacionales y Asuntos Exteriores por la Universidad Libre de Berlín.

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