Ciertos diccionarios traducen la palabra alemana wandermut como pasión por viajar o valentía senderista. La palabra, sin embargo, ha pasado a ser una marca para grupos reducidos de turistas europeos que deciden internarse en el infierno. Y esta última palabra, según el testimonio de miles de migrantes latinoamericanos, no es otra cosa que la Selva del Darién.
No causó mucho revuelo, a decir verdad, la noticia sobre la empresa alemana llamada Wandermut que ofrece paquetes de dos semanas, enmarcados en el turismo de aventura, para atravesar esta inhóspita y peligrosa zona selvática que separa a Colombia y Panamá. La normalización sobre el Darién, en la opinión pública de América Latina, también dejó en un segundo plano que unos 200 mil migrantes pasaron por allí solamente en el primer semestre de 2023.
Por cruel paradoja, la noticia sobre los europeos que van a turistear al Darién coincidió en el tiempo con el hecho mucho más grave, y que debería alertar a diversos gobiernos y autoridades: un número cuatro veces superior al registrado en la primera mitad de 2022, atravesó la selva este año. Los turistas iban en busca, diríamos que de adrenalina, los miles de migrantes en pos de un sueño o huyendo de condiciones inospitas en sus países de origen.
Con teléfonos satelitales y la promesa de que un helicóptero podrá rescatarles en breve tiempo si les ocurre un accidente, los turistas pagan a Wandermut la suma de 3.600 euros, más el pasaje a Panamá, según indicaron voceros de la empresa. Los testimonios de migrantes una vez que cruzan la selva, dejan constancia de personas fallecidas en la travesía cuyos cuerpos sencillamente quedan en el Darién.
Recientemente un experto en temas humanitarios de Panamá registró el testimonio de una familia venezolana cuya madre y dos de sus hijas fueron violadas en grupo por una banda de delincuentes, mientras obligaban a que el esposo y un hijo adolescente presenciáran el acto. El Darién es el infierno, concluyó el experto a modo de resumen.
En la selva o tapón del Darién, que separa a Colombia de Panamá, no existen ni carreteras ni caminerías formales. Durante su travesía, los migrantes se enfrentan a bandas delictivas y a las adversidades generadas por la propia naturaleza. Pese a todo, este año va en camino de establecerse un nuevo récord de migrantes que atraviesan el Darién, para luego seguir avanzando por Centroamérica y México, en su camino hacia territorio estadounidense.
A inicios de julio, las autoridades migratorias de Panamá confirmaron que algo más de 200.000 personas ingresaron caminando a ese país tras pasar por el Darién, sólo en el primer semestre de este 2023. La cifra es cuatro veces más que la de similar período de 2022, cuando ya se había establecido un récord en comparación con años anteriores. El flujo migratorio lejos de disminuir ha crecido.
El total de migrantes que atravesaron la selva del Darién en 2022 fue de 248.284, un número que ya significó un hito. Sin embargo, de continuar en lo que queda del 2023 el ritmo del primer semestre, al final de este año se estima que medio millón de personas habrán atravesado este peligroso tramo.
Entre los migrantes que han cruzado el Darién en lo que va de año, más de la mitad son venezolanos (103.028), seguidos de haitianos (33.553), ecuatorianos (25.925), chinos (8.964) y colombianos (6.484). Otras nacionalidades numerosas son chilenos, indios o brasileños.
De acuerdo con cifras de la dirección de migración de Panamá, en 2019 entraron por el Darién 22.102 migrantes. En 2020 la cifra disminuyó a menos de diez mil debido a las medidas tomasdas por la pandemia, y en 2021 hubo una subida explosiva al alcanzar 133.726 y llegó a 248.284 en 2022. Las autoridades panameñas han advertido sobre los riesgos de cruzar esta selva: “aunque la migración es un derecho universal, es importante realizar la movilidad de forma regular, ordenada y segura”.
La presidenta de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), Carolina Jiménez, destacó la masiva presencia de venezolanos encabezando en los últimos años este flujo migratorio. En los últimos año y medio, más de 250.000 venezolanos atravesaron este paso.
De acuerdo con diversos organismos especializados en movilidad humana y derechos humanos, la selva del Darién se ha convertido en uno de los pasos más peligrosos del mundo. El coordinador de atención a población migrante de la organización Fe y Alegría, Elías Cornejo, afirma que el tapón del Darién es una región selvática, que por razones geopolíticas, en el marco de la guerra fría se mantuvo inexpugnable, para evitar la expansión de la guerrilla colombiana hacia Panamá.
En la actualidad, según este experto panameño, es técnicamente posible abrir un paso para permitir un flujo controlado de migrantes, pero no hay voluntad política. Esto debería ser una de las primeras acciones a tomar a fin de crear un paso más seguro, además de permitir tener un mayor control de este flujo incesante.
Para Jiménez, esta situación debería llevar a que muchos gobiernos de la región se pregunten por las razones sobre la expulsión masiva de ciudadanos que se vive en países como Venezuela, Haití, Cuba y ahora también Ecuador. Tal debate no parece estar en la agenda pública, en este momento. Mientras tanto, el infierno sigue allí, en el Darién, sólo que ahora también se suman turistas, por más sorprendente que esto pueda parecer.
Autor
Periodista y politólogo. Doctor en Ciencia Política por la Universidad Simón Bolívar, (Caracas). Investigador asociado de la Universidad Católica Andrés Bello. Fundador y director de Medianálisis.