La “década dorada” latinoamericana, como se suele llamar al primer decenio del siglo XXI, implicó que 70 millones de personas salieran de la pobreza, gracias al boom económico impulsado por la demanda de materias primas y la implementación de políticas redistributivas. Pero este período no afectó a todos los latinoamericanos por igual. Según el informe del Banco Mundial, Latinoamérica indígena en el siglo XXI, si bien los indígenas progresaron considerablemente durante el período de crecimiento económico, la brecha con los no indígenas siguió aumentando.
De acuerdo con diferentes censos, en 2010, el 8% de la población total de la región era indígena. Esta proporción representa a unas 42 millones de personas, de las cuales el 80% se concentran en México, Guatemala, Perú y Bolivia. Sin embargo, se trata de cifras estimadas, ya que la identificación de pueblos indígenas en América Latina es compleja, debido a que esta condición no es específica y ha variado con el tiempo. En este contexto, el reconocimiento oficial, en tiempos de nuevos marcos jurídicos acordados durante el Primer y Segundo Decenio Internacional de Naciones Unidas para los Pueblos Indígenas entre 1995 y 2014, es fundamental para que estos pueblos tengan acceso a la participación de la toma de decisiones.
La ratificación de tratados internacionales que “reafirman las aspiraciones de los pueblos indígenas en materia de autodeterminación han estado acompañadas por su creciente participación en la vida política de la región”, afirma el informe.
Representantes indígenas participan activamente en política integrando agrupaciones o creando nuevos partidos en países como Bolivia y Ecuador, y en menor medida, en Venezuela, Colombia y Nicaragua. Además, algunos de sus líderes han alcanzado puestos políticos de relevancia, hasta llegar a la Presidencia, como es el caso de Evo Morales en Bolivia.
Además de los avances en cuanto a la representación política, los índices socioeconómicos de los indígenas latinoamericanos han mejorado con una notoria reducción de la pobreza y un aumento del acceso a la electricidad y al agua corriente. Según el informe del Banco Mundial, la mayor parte de las poblaciones ha accedido a la educación primaria, lo que “constituye uno de los logros más importantes y claros de las últimas décadas”, ya que en países como Ecuador, México y Nicaragua la brecha con los niños no indígenas se ha cerrado.
Si bien la pobreza entre indígenas se redujo, aún afecta al 43% de los hogares, más del doble que las familias no indígenas
A pesar de las mejoras durante la “década dorada”, las brechas continúan y en algunos países se han ensanchado. Si bien la pobreza entre indígenas se redujo, aún afecta al 43% de los hogares, más del doble que las familias no indígenas. Esta desigualdad económica está asociada a una desigual inclusión en el mercado laboral. En países como Perú, Ecuador y México, la proporción de personas que tienen un empleo calificado y seguro es de dos a tres veces menor entre indígenas que no indígenas. Como ejemplo, el informe indica que los ingresos de un indígena en una zona urbana de México son 12% menores a los de un no indígena, y esta diferencia alcanza el 14% en las zonas rurales.
Estos datos reflejan la persistencia de un patrón de exclusión social, “que todavía limita su capacidad para contribuir y beneficiarse del Estado sin renunciar a sus culturas e identidades”. Por tanto, más allá de la evolución de los índices sociales y de la ampliación de los marcos jurídicos que han mejorado las condiciones de vida de los pueblos indígenas, es evidente que la región tiene pendiente profundizar algunas de las políticas vinculadas a los derechos de los pueblos originarios, y reenfocar los objetivos que permitan llegar al desarrollo de sus territorios.
Foto de AcnurLasAméricas on Trend hype / CC BY-NC-SA
Autor
Periodista, Máster en Periodismo de la Universidad de Barcelona y en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Complutense de Madrid.