A las 00:00 horas del miércoles 10 de diciembre, los australianos menores de 16 años quedaron inhabilitados a acceder a Instagram, Facebook, Threads, Snapchat, TikTok, YouTube, X, Reddit, Twitch y Kick. La Ley, conocida como Online Safety Amendment Act, aprobada por el parlamento australiano en noviembre de 2024, obliga a estas plataformas digitales a bloquear o desactivar las cuentas de los menores de 16 años, bajo riesgo de afrontar fuertes sanciones. Con esta medida, Australia avanza en la búsqueda de generar un mundo más sano y seguro para sus niños y adolescentes.
¿Qué nos hacen las redes sociales?
En mayo de 2024, el parlamento australiano estableció un comité para elaborar un informe sobre el impacto de las redes sociales en su sociedad. El estudio concluyó que, si bien estas ofrecen beneficios como la conectividad, el acceso a la información o el desarrollo creativo, también implican riesgos, sobre todo para niños y jóvenes de sufrir bullying, acoso sexual o explotación.

El informe que impulsó la nueva ley determinó, además, que los modelos de negocio de las plataformas fomentan su uso prolongado, lo que puede derivar en un uso adictivo. Mientras que sus algoritmos desarrollan estrategias de segmentación de contenido que puede ser perjudicial para la salud mental de las personas.
Según el estudio “Teens, screens and mental health”, de la Organización Mundial de la Salud de 2024, más de uno de cada 10 adolescentes mostró signos de comportamiento problemático en redes sociales. Esto implica un patrón de prácticas con síntomas similares a los de la adicción: incapacidad para controlar su uso; abstinencia; y descuido de otras actividades.
Y es que el 9% de los jóvenes de entre 10 y 20 años dedica más de cinco horas al día a redes sociales, según otro estudio realizado con casi 100.000 niños y adolescentes de España. Esta investigación, elaborada por UNICEF España, entre otras organizaciones, asocia el uso excesivo con malestar emocional y ansiedad en un porcentaje significativo de menores.
Esta realidad digital comporta a su vez otro tipo de riesgos: nueve de cada 10 menores han sufrido presiones para enviar fotos íntimas; el 5,7% ha recibido propuestas sexuales por parte de adultos; cerca de una tercera parte ha accedido a contenido pornográfico con una edad media de 11,5 años; y uno de cada 10 menores reconoce haber sufrido ciberacoso.
Mientras tanto, en EE.UU. avanza una demanda colectiva contra Meta por su estudio interno de 2020, Project Mercury, que la empresa habría censurado. Los documentos judiciales parcialmente desclasificados revelan que la no utilización de Facebook e Instagram durante una semana reduce la depresión, ansiedad y soledad.
Reacciones a la nueva ley
“Parece una forma encubierta de controlar el acceso a Internet de todos los australianos”, fue la respuesta de Elon Musk, dueño mayoritario de X, a un post del primer ministro australiano Anthony Albanese anunciando el proyecto de ley.
Si bien tras haber entrado en vigor, X, al igual que el resto de las plataformas vetadas, ha cumplido la nueva ley, el mensaje evidencia el temor de la oligarquía digital a que esta fuera la punta del iceberg de una ola regulatoria a nivel global.
Además de las empresas afectadas, organizaciones como Digital Freedom Project, dedicada a proteger los derechos digitales, han criticado la normativa al considerarla una violación a la libertad de expresión y el acceso a la información. También se ha aludido a que los adolescentes podrán seguir accediendo a las plataformas con VPN o perfiles falsos o que la ley no incluye sitios de juegos ni chatbots de IA, lo que limita el alcance de la prohibición.
El principio del fin
Más allá de las críticas, lo cierto es que Australia acaba de patear el tablero con su nueva ley y da así un gran impulso al proceso regulatorio de Internet que trasciende a las redes sociales y franjas etarias. Y es que quienes crecimos con anuncios de “PROHIBIDO PARA MENORES DE 18 AÑOS”, hemos sido testigos preferenciales de los destrozos que nos han dejado 20 años de anarquía informativa.
Se suele decir que “la regulación va por detrás del mercado”. Pues este debe ser uno de los casos donde la inacción política ha provocado más daños a la sociedad. Pero estamos a tiempo de reencauzar el rumbo. Además de Australia, diversos países avanzan en regulaciones para restringir el acceso de menores a redes sociales y contenidos digitales: Dinamarca y Malasia prohibirán su uso a menores de 15 y 16 años respectivamente a partir de 2026, mientras que Noruega y varios estados de EE.UU. impulsan normas similares.
La Unión Europea prepara un marco integral que limita el acceso de menores a redes sociales, plataformas de video y compañías de IA, permitiéndolo entre los 13 y 16 años solo con autorización parental, además de prohibir mecanismos adictivos, restringir la publicidad y los algoritmos de recomendación para menores. Esta tendencia se extiende también al control de edad en sitios pornográficos, con Reino Unido, Francia, Italia y España adoptando o proponiendo verificaciones obligatorias de mayoría de edad.
¿Y en América Latina?
Desde marzo de 2025 está vigente en Puerto Rico una ley que, si bien no impone una prohibición absoluta, refuerza la restricción del acceso de menores a las redes sociales al trasladar el control a sus padres. En Colombia, en julio de 2025 entró en vigencia la Ley 2489 que fija una edad mínima de 14 años sin consentimiento parental y prohíbe el acceso entre las 10 p.m. y las 6 a.m.. Y en Brasil, el Senado aprobó una ley que obliga a las plataformas a implementar mecanismos robustos de verificación de edad, controles parentales y mayores salvaguardas de privacidad.
Como respuesta, las plataformas digitales han planteado que la verificación de la edad debería recaer en los sistemas operativos, como los de Apple y Google, ya que permitirían registrar la fecha de nacimiento una sola vez y confirmar así si un usuario cumple con la edad requerida. Esta idea ya se refleja en regulaciones de países como Brasil y en algunos estados de Estados Unidos, así como en nuevas funciones de control parental lanzadas por Apple y en desarrollo por Google.
Más allá de las soluciones técnicas que se escojan, para que los niños y adolescentes puedan crecer en un entorno más saludable y seguro, los legisladores de cada uno de nuestros países deben asumir la responsabilidad de sancionar las leyes necesarias y hacer que estas se cumplan.
En apenas un par de décadas, Internet ha transformado nuestras vidas como ningún otro avance tecnológico lo había hecho a lo largo de la historia de la humanidad. Nos hemos beneficiado de infinidad de maneras y los avances habrían sido inimaginables a principio de siglo. Sin embargo, el descontrol y la falta de regulación de plataformas que tienen el potencial de transformar sociedades, y en manos de un puñado de milmillonarios, está degradando profundamente a la sociedad global. Ante este oscuro y peligroso escenario, esperemos que el paso que acaba de dar Australia sea apenas el inicio de una transformación estructural de nuestra nueva realidad.











