Filósofo y cientista político. Profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes (Bogotá). Doctor en filosofía por la Ruprecht-Karls Heidelberg Universität (Alemania). Especializado en teoría política y teoría social.
El triunfo del Pacto Histórico marca una ruptura frente a una interpretación de la realidad donde toda la izquierda era considerada una extensión de la guerrilla.
Los 14 millones y medio de votos de Petro y Rodolfo son votos contra un proyecto hegemónico y una forma de hacer política sumamente desgastados. Las mayorías están hastiadas de la derecha uribista y las “maquinarias”.
El uribismo no tiene una doctrina articulada. No obstante, a modo de una ‘ideología estrecha’, es un cuerpo deshilvanado de tópicos o clichés, simples pero efectivos, pero cuyo núcleo suele ser estable: un muy elástico anticomunismo entroncado con la identificación de toda oposición y protesta como una grave amenaza a la “estabilidad institucional”.
El uribismo ha sido un proyecto de orden político exitoso, aunque no invulnerable, a lo largo de las dos últimas décadas. El éxito de Uribe se debió, por encima de cualquier otra cosa, a su política de Seguridad Democrática. De esa éxito militar, junto a la retórica del ‘orden’ y la ‘Ley’, vive electoralmente el uribismo.