Profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México
Comienza una etapa, no solo del Poder Judicial sino de la relación entre los poderes del Estado, ya que las nuevas leyes establecidas por el Poder Ejecutivo y Legislativo establecen un sistema Judicial sin poder propio.
En el proceso sucesorio de 2024, López Obrador ha sitiado a la primera presidenta de México imponiendole a la mayor parte del gabinete, legisladores y demás cargos.
Hoy Sinaloa está en el centro de las miradas por la captura, secuestro o entrega pactada, no se sabe a ciencia cierta, de capos del llamado Cártel de Sinaloa al gobierno de Estados Unidos.
Que López Obrador se dirija a Trump por carta como si ya fuera el presidente de EE.UU. es un yerro diplomático mayor que no tiene precedente entre las dos naciones y que acota el espacio político de su sucesora.
Lo que resuelva el INE, en materia de integración del Congreso de la Unión y el Tribunal Electoral del Poder Judicial, abrirá un compás entre la preservación de los contrapesos democráticos o la debacle con un hiperpresidencialismo.
Más allá del camino que tome el el próximo gobierno, los contrapesos son esenciales para fortalecer las instituciones y minimizar los riesgos del surgimiento de gobiernos autoritarios.
Estamos en la recta final de las campañas con una sociedad sacudida por la violencia criminal y la narcopolítica, con el asesinato de decenas de candidatos, lo que genera miedo en regiones enteras del país.
Si la candidata oficialista gana sin mayoría calificada en ambas cámaras, la buena noticia es que podría no solo ampliar el margen de maniobra e independencia, y su capacidad de negociación con la oposición, sino también no pasar a la historia como la presidenta tutelada.
¿Por qué el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mencionó esta semana que la oposición está tramando un golpe de estado técnico a través del Poder Judicial?