Cientista político. Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Doctor en Ciencia Política y Máster en Estudios Contemporáneos de América Latina por la Univ. Complutense de Madrid.
Rodolfo Hernández es la gran sorpresa y su condición de outsider y valedor de la antipolítica frente al tradicionalismo elitista disfruta de una notable audiencia. Un caldo de cultivo superior al esperado, para un candidato que es una suerte de Donald Trump.
Vista la herencia que ha de recibir el próximo presidente, lo que se juega en las próximas elecciones parece gravitar entre el continuismo de Gutiérrez y la ruptura de Petro.
Colombia ha sido uno de los países con mayor tradición conservadora de todo el continente. Hubo que esperar hasta el comienzo de los noventa, y en concreto, a la aprobación de la Constitución de 1991, para que la izquierda tuviera algún tipo de protagonismo político.
El próximo mes se cumplen cinco años de la firma del Acuerdo de Paz, una paz que ha encontrado en el gobierno de Iván Duque un saboteador de manual que, a base de incumplimientos, retrasos y resistencias, ha desdibujado el proceso.
Abimael Guzmán, el líder y fundador del grupo armado Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso, fallecía el pasado sábado a la edad de 86 años, tras pasar tres décadas en prisión por ser el responsable de la muerte de más de 35.000 personas.
El estallido social que acontece en Colombia desde hace más de un mes se inscribe en un momento de cambio de ciclo político que comienza con la firma del Acuerdo de Paz con las FARC-EP en noviembre de 2016.
Colombia y Perú comparten similitudes. Tras el fin de la Guerra Fría mantuvieron sus conflictos armados vigentes, experimentaron las políticas de liberalización más radicales del continente y el marcado centralismo condujo a las elites a vivir de espaldas a las necesidades de buena parte de población.
Durante la presidencia de Álvaro Uribe fueron asesinados a mano de agentes del Estado 6.402 civiles inocentes que fueron presentados ante la opinión pública como guerrilleros. Es momento de seguir avanzando en el esclarecimiento de la responsabilidad, la trazabilidad de las decisiones y la imputación de los perpetradores.
El hecho que la exguerrilla pudiera participar en política o ser juzgada por un instrumento como la Jurisdicción Especial para la Paz, justifican por sí mismo la superioridad moral de preferir un Acuerdo imperfecto a proseguir con un conflicto armado inconmensurablemente violento.
El ELN se encuentra en una situación cómoda, de reacomodo territorial y operativo, y respecto de lo cual, Venezuela sirve de escenario invaluable. Ello, habida cuenta de las ventajas estratégicas, de repliegue y de obtención de recursos que proporciona a la guerrilla, y que a su vez desincentiva cualquier marco negociador.