Cientista político. Profesor asociado de la Univeridad de Buenos Aires (UBA). Doctor en América Latina Contemporánea por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset (España).
Una característica de los procesos de transición a la democracia es tanto la certeza en los procedimientos de decisión política como también la incertidumbre en sus resultados.
Milei ha establecido un modelo de alineamiento incondicional con el “mundo occidental”, en particular con Estados Unidos e Israel, que se consolida con la solicitud de ingreso como miembro de la OTAN.
Javier Milei, obtuvo más de siete millones de votos, lo que representa el 30% de los sufragios que lo convirtieron en el candidato más votado en los comicios primarios.
Una de las conclusiones que se pueden sacar es que la protesta política parece tener dos canales de expresión, la abstención electoral y/o el candidato Javier Milei.
El surgimiento de la figura de Javier Milei en la Argentina, como expresión de un fenómeno de rechazo de la política tradicional, no es cosa nueva en el país.
En el pasado, los argentinos han vivido episodios de similar magnitud al atentado fallido contra Cristina Kirchner. Sin embargo, la particularidad de este episodio es que sucede en medio de un proceso de erosión del consenso democrático.
De confirmarse el triunfo electoral de Lula da Silva en Brasil, nos encontraremos frente a un panorama en el cual las cinco principales economías de la región estarán gobernadas por la izquierda.
Las manifestaciones de julio del año pasado en Cuba reabrieron una serie de expectativas en torno a las posibilidades de una transformación democrática del régimen cubano. ¿Pero cómo podríamos imaginar ese proceso de transición en la isla?