El ascenso del autoritarismo en el mundo no puede ser visto como un fenómeno homogéneo. El estudio particular de casos nos permite delimitar de forma objetiva y concreta la realidad que estamos observando.
La falta de sentido de realidad y la obstinación doctrinaria no solo afectan a los políticos, sino también a la sociedad en general y, en última instancia, a la calidad de la democracia.
Más allá de las percepciones y pasiones en torno a su figura, lo fáctico es que fue condenado por cometer delitos de corrupción, tráfico de armas, malversación de fondos y graves violaciones a los derechos humanos.
En América Latina, siete presidentes han tenido antecedentes guerrilleros. Los que optaron por cambios graduales tuvieron más éxito, mientras que aquellos que eligieron proyectos rupturistas fracasaron.
Varios gobiernos han utilizado el argumento de los derechos humanos para abrir la puerta a la reelección indefinida. Pero principalmente se trata de líderes personalistas y autoritarios donde los pesos y contrapesos del sistema democrático han sido capturados o erosionados.
La táctica de máxima presión de la administración de Donald Trump frente a Nicolás Maduro resultó en un marcado debilitamiento de la oposición venezolana, al desacelerar la movilización ciudadana y agravar las divisiones ideológicas y desacuerdos estratégicos previamente presentes en este sector.