Desde una perspectiva de derechos humanos, lo que estamos presenciando en Estados Unidos es un profundo retroceso en la política de acogida de los migrantes, lo que pone de relieve el actual colapso de la hospitalidad cosmopolita liberal kantiana.
La burla elimina cualquier reflexión urgente que deberíamos tener sobre las deportaciones. Al final, la risa sólo expone nuestra indiferencia ante el dolor ajeno.
El apoyo de los canadienses a los nuevos inmigrantes que ingresan al país se ha deteriorado gradualmente desde la pandemia, siguiendo un patrón de incitación del sentimiento antiinmigrante por parte de políticos de derecha.
El modelo brasileño ofrece una solución prometedora para la situación de los refugiados en las Américas y a nivel global, donde la presión sobre las comunidades anfitrionas a menudo genera escenarios de marginación y negación de derechos.
El Muro se convirtió en una fijación nacional, capaz incluso de superar las diferencias entre los gobiernos republicanos y demócratas, convirtiéndose en una institución del Estado norteamericano.