El impacto de un gobierno no se mide únicamente por su desempeño institucional, sino por su capacidad de transformar los hábitos mentales de políticos, funcionarios y ciudadanos.
Aunque se presentan como democráticas, algunas prácticas de consulta esconden tras su fachada mecanismos autoritarios que buscan perpetuar en el poder a ciertos individuos o proyectos.
De cara a las elecciones, una buena parte del poder se repartirá entre las tres facciones del MAS, cuyos principales líderes ven cómo sus opositores se destrozan y anulan mutuamente.
Se ha debatido ampliamente sobre los límites de la democratización basada solo en elecciones, sin abordar la fragilidad estructural del Estado y su falta de institucionalidad.
Un diagnóstico erróneo conlleva a una interpretación sesgada de la realidad que debilita los argumentos y en algunos casos incide en la percepción de la ciudadanía.
La elección de las palabras y la estrategia de comunicación pueden determinar qué temas ganan visibilidad y cuáles quedan al margen o se excluyen deliberadamente del debate público.