hay razones para pensar que la posibilidad de una interrupción presidencial o incluso un golpe blando no es una simple “cortina de humo”, sino un riesgo plausible.
El debate de ideas ha muerto en la contienda política para dar paso a la extrema emotividad y al odio visceral que podría causar el fin de la democracia.
Con la sucesión, parece que en septiembre se ha ratificado el predominio de la dependencia. Así lo indica la posición común con respecto al “asunto español”.
La falta de sentido de realidad y la obstinación doctrinaria no solo afectan a los políticos, sino también a la sociedad en general y, en última instancia, a la calidad de la democracia.
La desigualdad en el acceso a la atención médica sigue siendo un problema grave: muchas comunidades vulnerables aún enfrentan barreras significativas para recibir atención adecuada.