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Elecciones en Brasil y un segundo mandato de Bolsonaro

Los brasileños acudieron a las urnas el 2 de octubre y votaron para presidente, senadores, diputados federales y en las elecciones estatales. Las expectativas de muchos eran que el ex presidente ganara en la primera ronda. La ventaja, de seis millones de votos fue significativa, pero el voto a su oponente y sus aliados (43,2%) sorprendió y envalentonó a la extrema derecha. Lula recibió 12,9 millones de votos más en el Nordeste que Bolsonaro, lo que compensó haber recibido 6,9 millones menos que su oponente en las regiones del Sudeste, Sur y Medio Oeste del país.

La segunda ronda se celebrará el 30 de octubre y Bolsonaro será apoyado por el actual gobernador de São Paulo, Rodrigo García (derrotado en su intento de reelección), y de los gobernadores reelegidos ya en la primera vuelta en Río de Janeiro y Minas Gerais, Cláudio Castro y Romeu Zema. Lula cuenta con el apoyo de Simone Tebet, que quedó tercera en las elecciones presidenciales, y del PDT, partido que quedó cuarto lanzando a Ciro Gomes.

La elección para el Senado Federal también mostró la fuerza de Bolsonaro. Se renovó un tercio de la Cámara, 27 de los 81 senadores, y ocho eran de su Partido Liberal, que se convirtió en la bancada más numerosa. Entre los elegidos se encuentran antiguos ministros, fundamentalistas religiosos como Damares Alves, y el vicepresidente general Hamilton Mourão, así como el ex juez Sérgio Moro, que persiguió y condenó a Lula en los juicios de la operación Lava Jato. Este había roto con Bolsonaro, pero ahora ha expresado su apoyo.

El avance del autoritarismo

El uso de la maquinaria pública en la campaña para la reelección no tiene precedentes. Los actos oficiales del 7 de septiembre, día de la independencia de Brasil, se transformaron en un acto de campaña, cuando el candidato presidente afirmó que nunca será detenido y que las únicas opciones para él son la muerte o la victoria. Además, ha repetido que sólo reconocerá el resultado de las elecciones si son «limpias». Esto implica que cualquier derrota se interpretaría como un fraude.

En este marco, si Bolsonaro gana en la segunda vuelta aumentará radicalmente su margen de maniobra para imponerse por encima de los controles y subvertir la Constitución, con el riesgo de cerrar el régimen. Una victoria contra Lula, favorito en todos los sondeos desde hace cuatro años y con dos mandatos presidenciales bien valorados y reconocidos internacionalmente, aumentaría la capacidad de Bolsonaro de unificar a su alrededor a los sectores del aparato represivo: Fuerzas Armadas y Policía. También le permitiría atraer a su base, junto a los parlamentarios de extrema derecha ya alineados, a congresistas ávidos de fondos presupuestarios.

El apoyo al actual gobierno se ha comprado con un aumento de los recursos presupuestarios para inversiones que son escogidas por los parlamentarios, el llamado «presupuesto secreto». Tales recursos se obtienen incluso con recortes en áreas sociales, como la educación: en 2022 se bloquearon 1.000 millones de reales para universidades y colegios federales, haciendo inviable gran parte de las actividades de la educación pública.

Este escenario permitiría a Bolsonaro llevar a cabo reformas constitucionales y la reformulación de la principal barrera institucional para ello: la composición del Supremo Tribunal Federal (STF). Bolsonaro ofendió a dos de sus miembros, Alexandre de Moraes y Luís Roberto Barroso, y mencionó la posibilidad de su destitución tras las elecciones. También planteó la posibilidad de aumentar el número de miembros del STF, para contar con más candidaturas, y de rebajar su edad de jubilación, para forzar el cese de los nombrados por sus predecesores.

Corresponde al presidente del Senado recibir la denuncia para iniciar el proceso de destitución de un miembro del STF y se necesita el voto de 54 de los 81 senadores para aprobarla. La aprobación de las enmiendas a la Constitución requiere el apoyo de 54 senadores y también de 308 de los 513 diputados federales. En este marco, la amplia bancada de Bolsonaro en el Senado hace saltar las alarmas.

La agenda regresiva de Bolsonaro

El Foro de Seguridad Pública indica que el número de congresistas que son oficiales de policía o de las Fuerzas Armadas aumentó de 28 a 36 en estas elecciones. La Agencia Estado, por su parte, señala que, de los 40 candidatos a diputados o senadores federales apoyados por el grupo de presión para la flexibilización del porte de armas Proarmas, 17 fueron elegidos, en su mayoría por el Partido Liberal. Precisamente el gesto de disparar un arma con las manos fue el símbolo de la campaña de Bolsonaro en 2018. Su gobierno se identifica con el militarismo y la violencia y difusión de las armas, lo que favorece a los grupos mafiosos paramilitares conocidos como «milicias», cuyas relaciones personales con el clan presidencial son conocidas.

El fundamentalismo cristiano también es llamativo en los pronunciamientos de Bolsonaro, cuyo lema es «Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos». Los evangélicos son uno de los segmentos con mayor incidencia de voto para él. Según la encuestadora DataFolha, el 62% de los evangélicos votaría por Bolsonaro en la segunda vuelta, mientras que el 31% por Lula. Ilegalizar el aborto en Brasil no está fuera de los planes: Damares Alves, ministra de la Mujer y los Derechos Humanos, en 2020 acosó durante meses a una niña de diez años violada para que no abortara, a pesar de que la legislación lo permitía tanto por la violencia sexual como por el riesgo de morir en el parto.

El autoritarismo militar y el fundamentalismo religioso avanzan en Brasil. Esta puede ser la última oportunidad para detenerlo. No por casualidad, los históricos adversarios de Lula han expresado su apoyo en esta segunda vuelta, en el más amplio frente político desde la campaña por el voto directo al final de la dictadura militar.

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Profesor de la Escuela de Ciencia Política de la Univ. Federal del Estado de Rio de Janeiro (UNIRIO). Doctor en C. Política por IESP/UERJ. Coord. del Centro de Análisis de Instit., Políticas y Reflexiones de América, África y Asia (CAIPORA / UNIRIO).

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