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¿Hay que elegir entre energía y medioambiente?

Coautora Ana Paula Dalcin

La cuenca del río Paraná, la segunda más grande de Brasil y la principal en generación de energía hidroeléctrica, cuenta con más de 60 hidroeléctricas que abrigan 40% de la capacidad de producción de electricidad en todo el país y responden a la mitad de la capacidad de almacenamiento de agua. Pero la operación de los embalses, necesarios para controlar la generación de energía hidroeléctrica, afecta las funciones de reproducción, alimentación y refugio de diferentes especies acuáticas. Esta pérdida de diversidad lleva años perjudicando no solo a los pescadores que ven cómo se reduce su sustento de vida, sino al conjunto de la cuenca, ya que el impacto en la biodiversidad afecta el ecosistema acuático del río Paraná.

La cuenca de este río presenta cierta vulnerabilidad para garantizar la seguridad hídrica, energética y alimentaria, algo que ha quedado en evidencia por la sequía que azota la cuenca en los últimos años. A medida que aumenta nuestra demanda de agua, energía y alimentos, el agua se vuelve más escasa, y satisfacer las necesidades de la sociedad sin comprometer la calidad del medioambiente para las generaciones futuras se vuelve más difícil.

Afrontar y superar este reto no solo depende de un uso más eficiente del agua, sino sobre todo de cómo compartimos este recurso con las distintas demandas existentes, entre ellas el propio medioambiente. El agua de los ríos, lagos y embalses también es necesaria para mantener vivos los ecosistemas que proporcionan recursos valiosos para la sociedad: desde alimentos, como los peces, hasta actividades recreativas e incluso la propia limpieza del agua, realizada por los organismos que viven en ella.

Por otro lado, para las comunidades que viven cerca de los ríos, la importancia de estos recursos va mucho más allá, ya que el río es una fuente de sustento e identidad cultural que se transmite de generación en generación.

Sin embargo, gran parte de nuestro proceso de desarrollo usa los recursos naturales con un conocimiento todavía limitado de cómo podrían verse afectados los ecosistemas. En varias regiones de América Latina y del mundo, este proceso ha ido acumulando impactos que ya comprometen al medioambiente. El agua se contamina, las poblaciones de peces disminuyen y se pone en riesgo la capacidad del medioambiente en su conjunto para sostener la vida.

En este contexto, las comunidades pesqueras de la cuenca del río Paraná vienen señalando desde hace años la merma de la cantidad de peces y su impacto en el sustento de las familias que viven de esta actividad. Los pescadores informan que a menudo es necesario buscar pescado en zonas más lejanas para complementar sus ingresos, lo que también acaba aumentando los costes de combustible y el agotamiento físico de los pescadores.

Condiciones como esta hacen que muchas familias abandonen la pesca y busquen el sustento en otras actividades. De los casi 1.200 miembros que reportaba la asociación de pescadores de la ciudad de Puerto Rico, de Paraná, en 2010, esa cifra ha bajado a solo 384 miembros en 2019.

La misión más importante de la gestión de los recursos hídricos

Corresponde a los organismos que gestionan el agua, a los organismos de planificación y a los comités de cuenca implicar a la sociedad para debatir, negociar y llegar a un consenso a fin de buscar soluciones que permitan alcanzar los objetivos comunes. El resultado de este trabajo participativo es la base sobre la que deben crearse políticas públicas eficaces.

En este sentido, el proyecto de investigación transdisciplinario, Improving the governance of the floodplain in over-built river basins, coordinado por la Universidad Federal de Río Grande del Sur de Brasil, ha identificado una extensa cadena de relaciones causales entre los recursos hídricos de la cuenca del Paraná y los múltiples usos energéticos, ecosistémicos, pesqueros y recreativos, y creó métodos y soluciones que ayudarán a construir caminos de adaptación, reconciliando, así, los diferentes usos del agua y el medioambiente en beneficio de la sociedad.

Estos usos del agua inciden positivamente en la sociedad: desde las comunidades locales que dependen de la pesca para su subsistencia hasta los millones de personas en Brasil y Paraguay que consumen energía gracias a un sistema interconectado a escala nacional de producción de energía.

Los resultados del estudio demuestran que en sistemas complejos como el Paraná no hay una solución única, sino un universo de posibilidades y resultados diferentes. Es posible combinar distintos patrones de caudales liberados por los embalses y seguir satisfaciendo las demandas de los peces, reduciendo, así, el impacto sobre ellos.

Como cada combinación también refleja la cantidad de energía producida por los embalses, es posible explotar este resultado para encontrar soluciones alternativas de asignación de agua que satisfagan tanto la demanda local de pesca, turismo y ocio, como las necesidades de protección de la biodiversidad en la cuenca del Paraná, y las necesidades nacionales de energía limpia y asequible.

Además, al disponer de un mayor número de soluciones alternativas, el proceso de negociación se vuelve menos conflictivo, lo que aumenta las posibilidades de alcanzar soluciones eficaces para la recuperación medioambiental de la cuenca sin un coste energético muy elevado.

Las soluciones a estos problemas son urgentes y requieren de estrategias a largo plazo para que la cuenca se adapte. De hecho, según el mismo estudio, las posibles situaciones del cambio climático indican una reducción media de los caudales de entre 7% y 40%, por lo que también disminuiría la generación de energía, lo que se traduciría en menos agua disponible para las demandas de los peces.

La sequía de 2020-2021 en la cuenca del Paraná corroboró esta preocupación en la medida en que los caudales liberados de algunos embalses fueron reducidos para preservar el almacenamiento y mantener la generación hidroeléctrica en un período de bajo stock de energía en el país.

Pero si el funcionamiento del sistema se ajustara según los resultados de los estudios, las poblaciones de peces podrían recuperarse a largo plazo, haciendo que el ecosistema fuese más resistente para soportar el impacto de la próxima sequía cuando se modifique el funcionamiento de los embalses para mantener la seguridad energética del país (esa es la principal prioridad).

Estos resultados podrían ser utilizados, asimismo, para apoyar políticas energéticas que exploren otras fuentes de generación y almacenamiento de energía, y aminorar, con ello, la presión sobre las cuencas fluviales.

En conclusión, los embalses son infraestructuras clave para nuestra adaptación a los cambios causados por el clima y el ser humano. Aunque su construcción y funcionamiento han conllevado impactos ambientales, muchos de los cuales aún tenemos que mitigar, proporcionan una importante capacidad de almacenamiento de agua que será fundamental para ayudarnos a proteger los ecosistemas de los efectos del cambio climático que hacen que el agua sea más escasa, incierta y variable.

Es posible optimizar el funcionamiento de los embalses para disminuir los riesgos para la producción de energía y crear oportunidades a fin de mantener los caudales requeridos por los peces durante los meses importantes de su reproducción.

Sin embargo, para ello es necesario coordinar las políticas de agua, medioambiente, energía y sociales, ya que necesitamos el agua para mantener la vida en los ríos, generar electricidad, suministrar alimentos a las ciudades y a las comunidades locales. También necesitamos energía para producir alimentos y ampliar las oportunidades de desarrollo de las regiones económica y socialmente vulnerables.

Esta fuerte conexión entre los diferentes factores deja claro que una política tendrá éxito en uno de estos ámbitos solo si se integra para tener éxito también en los demás.

Ana Paula Dalcin es candidata al doctorado en el Programa de Postgrado en Recursos Hídricos y Saneamiento Ambiental IPH/UFRGS.

Autor

Profesor asociado del Instituto de Investigaciones Hidráulicas de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul - UFRGS (Porto Alegre, Brasil). Doctor en Ingeniería de Recursos Hídricos por la Universidad de California, Davis.

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