Las perspectivas económicas para este año son alentadoras. Sin embargo, durante el año 2015 y 2016, América Latina y el Caribe sufrió una recesión económica profunda. Esta, si bien afectó particularmente a Brasil, Argentina y Venezuela, se sintió en todos los países. En este contexto: ¿cómo pudo la región sostener los avances sociales de las décadas anteriores a la recesión? ¿Qué debe hacer para equilibrar el gasto y la deuda?
Las políticas fiscales expansivas de los Gobiernos latinoamericanos después de la crisis financiera global de 2008 no fueron verdaderamente contracíclicas: se mantuvieron, aun cuando la economía volvió a ponerse en marcha. “Esto luego llevó a un período de déficits crecientes, que ahora han obligado a varios países a seguir políticas contractivas procíclicas”, afirmó Andrew Powell, autor del informe Caminos para crecer en un nuevo mundo comercial. Este fue coordinado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Los países con tasas impositivas altas deben centrarse en recortar gastos, sin alterar la inversión pública, mientras que los países con bajas cargas fiscales deberían centrarse en aumentar los ingresos.
El gran desafío para los países de la región en estas circunstancias es realizar los ajustes sin impactar el crecimiento y mejorar, así, el equilibrio entre el gasto y la deuda. Esto se traduce, según el informe, en que los países con tasas impositivas altas deben centrarse en recortar gastos, sin alterar la inversión pública, mientras que los países con bajas cargas fiscales deberían centrarse en incrementar los ingresos. En este marco, en el último año han ocurrido varios hechos positivos en esta línea. Sin embargo, en ciertos casos, esto no ha sido suficiente para detener la tendencia al alza de la deuda pública.
A lo largo de estos dos años, el balance fiscal primario medio en la región se deterioró pasando de un déficit de 2,4% del PIB en 2015 a 2,6% en 2016, y el ratio deuda/PIB aumentó ligeramente hasta superar el 51%. Estas cifras, sin embargo, ocultan la heterogeneidad entre los diferentes países, ya que el balance primario entre estas fechas se fortaleció en ocho países, se debilitó en otros ocho, y se mantuvo estable en los once países restantes.
Esto se debe, partiendo del informe, a que varios países iniciaron un período de ajustes procíclicos para impedir que la deuda siguiera aumentando. Este ajuste puede acarrear riesgos por los efectos que puede tener tanto en el PIB como en los balances fiscales, “con lo cual el esfuerzo de ajuste se volvería contraproducente”. Sin embargo, las estrategias han sido prudentes y la consolidación fiscal ha mejorado notablemente en comparación con 2016. Mientras algunos países relajaron su posición fiscal y siguieron una política contracíclica, otros adoptaron una posición fiscal más restrictiva. Al mismo tiempo, un tercer grupo mantenía políticas fiscales prácticamente neutras.
Aunque el año pasado los Gobiernos de la región se esforzaron por alcanzar un balance fiscal primario —el déficit fiscal, menos los pagos por intereses de la deuda—, este finalmente fue cercano al 0,8% del PIB por una disminución de los ingresos del sector público de 0,6%. Para este año, no obstante, se espera que los ingresos aumenten un 0,2% del PIB, y que los gastos disminuyan el 0,4%. Por tanto, el déficit primario sería de apenas 0,2% del PIB. Si estas predicciones se cumplen, la deuda igualmente seguirá incrementándose en 2017, tal como lo viene haciendo desde 2011.
Más allá de estos datos, los países de América Latina y el Caribe siguen teniendo una baja recaudación tributaria, según el informe, Sostenibilidad fiscal y reformas tributarias en América Latina, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). De hecho, esta representa apenas el 21% del PIB, a diferencia de los países desarrollados. En estos últimos, dicha cifra supera el 30% del PIB.
En este contexto, unos 15 países de la región tienen planes de consolidación fiscal a mediano plazo —enfoques considerados razonables para evitar los shocks a corto plazo—, con los que se espera que aumenten sus ingresos fiscales y reduzcan los gastos de forma considerable. De hecho, en los últimos años, países como México, Chile, Colombia o Uruguay han adoptado reformas tributarias estructurales. Su fin es incrementar el ingreso, mejorar la equidad, reducir distorsiones, promover el ahorro y la inversión, simplificar el cumplimiento de las obligaciones tributarias y contribuir al equilibrio entre el gasto y la deuda. Pero más allá de los avances, la región tiene aún mucho por hacer para mejorar las instituciones fiscales para poder abordar las actuales necesidades de consolidación fiscal.
Fotos de omarshi en Trendhype / CC BY-SA
Autor
Periodista, Máster en Periodismo de la Universidad de Barcelona y en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Complutense de Madrid.