Imagina un paisaje árido, desolado y estéril, así se ve el planeta Marte. Para muchos científicos, y otros emprendedores como Elon Musk, Marte podría, en un futuro y con mucho esfuerzo, ser terraformado, tal como se denomina la acción de modificar un ambiente hostil para hacerlo habitable para los seres humanos. Ahora, ¿y si te dijera que, en este momento, estamos convirtiendo nuestra Amazonía, a través de una actividad como la minería de oro, en un paisaje marciano? Esto está pasando a gran velocidad en este mismo instante.
La Amazonía, el pulmón del mundo, se está convirtiendo en un desierto
La minería de oro en la Amazonía no es un fenómeno nuevo, pero su impacto ambiental se ha intensificado en las últimas dos décadas. Grandes áreas de selva amazónica han sido deforestadas y los suelos destruidos debido a la minería, dejando atrás un paisaje devastado que se asemeja a un desierto. Este proceso de terraformación inversa, no sólo elimina la biodiversidad, sino que también altera profundamente la estructura y fertilidad del suelo, casi en forma instantánea, haciéndolo incapaz de regenerarse de forma natural.
La minería degrada el suelo de múltiples maneras. Primero, se destruye la capa superficial rica en materia orgánica donde no existe el mineral, conocido también como “oro negro” o “topsoil”, que es crucial para la fertilidad del suelo, la capacidad de retención de agua y otros procesos esenciales para las plantas. Esta materia orgánica es un componente fundamental para el funcionamiento de los ecosistemas terrestres, ya que alimenta al microbioma del suelo, una comunidad compleja de microorganismos que incluye bacterias, hongos y otros organismos que descomponen la materia orgánica y reciclan los nutrientes. Sin estos procesos, los suelos pierden su capacidad de autorrepararse y se convierten en terrenos estériles, incapaces de sustentar la biodiversidad de flora y fauna.
Este proceso está dejando huellas imborrables en la región, alterando profundamente los hábitats, dando lugar a lo que los científicos llaman «ecosistemas nuevos». Un ecosistema nuevo es un ambiente profundamente modificado por la actividad humana, donde las especies de flora y fauna nativa están mayormente ausentes, mientras que el suelo y los ciclos naturales han sido profundamente perturbados. El impacto de la extracción de oro que ocurre actualmente en la región retrocede el estado de los ecosistemas amazónicos, tal como lo conocemos, a millones de años al pasado.
Muchos lugares impactados por la minería en la Amazonía están acumulando rápidamente montañas de piedras compactas y vastas extensiones de arena producto del lavado de los suelos. Se estima que al 2023 existían 1.3 millones de hectáreas―extensión similar a Puerto Rico― impactadas por la minería de oro en la cuenca amazónica. Además, el uso de mercurio y otros productos químicos en el proceso de extracción del codiciado mineral contamina el suelo y los cuerpos de agua cercanos, lo que agrava la crisis ecológica y la salud ambiental que ya afecta a 34.1 millones de personas, incluyendo 2.7 millones de indígenas distribuidos en 511 grupos indígenas que habitan la región. La minería ilegal ha invadido 370 territorios indígenas mientras que las concesiones legales abarcan 1131 territorios en seis países (Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela).
En un intento por regular la minería ilegal, los gobiernos de Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y Venezuela, han declarado vastas extensiones como “corredores” o “arcos” mineros, en las cuales se permite la minería formal de extracción del oro. El remedio sin embargo parece ser peor que la enfermedad, ya que los gobiernos de turno no han implementado monitoreos o legislaciones ambientales estrictas y menos aún la aplicación de metodologías adecuadas para su restauración. Dentro de este contexto de la legalización de la minería en la Amazonía, la superposición de concesiones mineras legales con territorios indígenas, reservas naturales, bosques nacionales y predios agrícolas ha fomentado los conflictos sociales, criminalidad y las invasiones producto de la minería ilegal. De esta manera, en lugar de crear condiciones necesarias para el desarrollo sostenible de la Amazonía, los gobiernos han facilitado el desarrollo de actividades destructivas para la vida y la biodiversidad.
Mitigación y soluciones: revertir la terraformación inversa
Aunque el daño causado por la minería de oro es considerable, aún hay esperanza. Existen diversas estrategias y tecnologías que pueden ayudar a mitigar los efectos de la desertificación y a restaurar la capacidad de los suelos para regenerarse. Una técnica es la restauración ecológica con un enfoque en recuperar la funcionalidad de los suelos a través del cultivo de especies nativas que absorben el nitrógeno del aire―conocido como leguminosas―, el uso de microorganismos para rehabilitar el microbioma del suelo y la incorporación de materia orgánica de otros sectores no impactados para mejorar la calidad del suelo. Las prácticas de restauración y rehabilitación deben tomar en cuenta las condiciones ecológicas de cada sector del paisaje impactado y las tecnologías mineras prevalentes en cada zona con el fin de adaptar los protocolos de restauración según los desechos mineros existentes.
Por otra parte, los avances en biotecnología podrían proveer soluciones más efectivas para restaurar los suelos y el microbioma. Utilizar técnicas de bioingeniería para diseñar soluciones específicas para recuperar suelos degradados es una opción que necesita explorarse. El desarrollo de especies de cobertura y microorganismos con capacidad para fijar metales pesados, restaurar la materia orgánica, fijar los nutrientes y mejorar la estructura del suelo puede acelerar el proceso de recuperación de los ecosistemas impactados.
Para que el problema no siga avanzando es fundamental la prevención de la minería ilegal y la aplicación de buenas prácticas de manejo de suelos. La regulación de esta actividad puede reducir significativamente el impacto ambiental con la implementación de métodos menos destructivos para la extracción de oro en zonas legalizadas, evitando así la desertificación. Por ejemplo, los concesionarios legales podrían implementar el almacenamiento del “topsoil” en sus prácticas de manejo, para su posterior reincorporación a las zonas impactadas una vez que se haya culminado con la actividad extractiva. La adopción de estas metodologías con responsabilidad ambiental puede ser incentivada con la reducción de impuestos y otras iniciativas legales y administrativas.
Sin embargo, la solución de fondo para combatir la desertificación y pérdida de servicios ecosistémicos ocasionados por la minería de oro se basa en un cambio hacia prácticas agroecológicas y al uso sostenible del bosque amazónico en pie. Los gobiernos deben prevenir la expansión de la minería en nuevas áreas de la Amazonía y en su lugar invertir en sistemas agrícolas sostenibles, como la agroecología y la agroforestería. Estos cambios incluyen fomentar el desarrollo de industrias y bioeconomías que usen la biodiversidad del bosque en pie y en cual las comunidades locales tengan un rol clave en las cadenas de valor.
Conclusión
Mientras que los científicos se esfuerzan por entender cómo podríamos terraformar Marte, la minería de oro en la Amazonía está creando desiertos biológicos, transformando ecosistemas fundamentales para el planeta. y las comunidades locales en paisajes inhóspitos. Este proceso de terraformación inversa nos debe hacer reflexionar sobre el impacto que nuestras acciones tienen sobre la Amazonía y la necesidad urgente de restaurar o rehabilitar lo que estamos destruyendo.
Si bien las tecnologías y estrategias para mitigar los efectos de la desertificación por minería de oro existen, o pueden desarrollarse, su implementación efectiva dependerá del compromiso regional y global para conservar estos ecosistemas. Al igual que con la terraformación de Marte, el desafío de restaurar la Amazonía requiere de un enfoque ambicioso y colaborativo. Pero, a diferencia del esfuerzo que llevaría transformar el planeta rojo, hoy mismo tenemos la capacidad de cambiar el rumbo y devolver la vida a la Amazonía en nuestro propio planeta.
*Un texto producido en conjunto con el Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI). Las opiniones expresadas en esta publicación son las de los autores y no necesariamente las de sus organizaciones.
Autor
Doctor en Biología por la Universidad de Edimburgo (Reino Unido). Ha liderado esfuerzos de restauración paisajística de bosques en áreas impactadas por la minería de oro en la Amazonía peruana.