En las últimas décadas el retroceso democrático, el autoritarismo y el backsliding se han convertido en áreas de investigación atractivas para las y los politólogos. Sin embargo, como cientistas sociales tenemos la obligación de ser imparciales y no sesgar los análisis, dejando a un lado nuestras simpatías o aversiones por partidos o liderazgos.
Como si de médicos se tratara, los cientistas sociales revisamos los síntomas que aparecen en los países para diagnosticar el estado de la democracia. Cabe destacar que esto no es un elemento menor, ya que cuando uno se enferma busca una respuesta y el medicamento indicado para dichos padecimientos. En ciencias sociales se busca explicar las causas y los síntomas en los países que llevan a un retroceso o a un fortalecimiento de la democracia, pero para esto es importante tener en cuenta algunos conceptos.
Muchas veces algunos colegas tienden a plantear escenarios catastrofistas, derivados de confusiones conceptuales o manipulación de las variables. En metodología, autores como Giovanni Sartori, Leonardo Morlino y James Coleman plantearon la importancia de utilizar con cuidado los conceptos y no estirarlos, todo con el objetivo de generar análisis certeros y rigurosos.
En algunas ocasiones los términos Estado, régimen, sistema y gobierno son utilizados de forma indistinta. Hago hincapié en estos conceptos porque ayudan a focalizar el diagnóstico. Dependiendo del nivel de análisis, se encontrarán las afecciones que producen el retroceso o debilitamiento de la democracia, de instituciones o del mismo gobierno.
El primer concepto que quiero plantear es el de Estado, considerado como la máxima institución que rige a una sociedad dentro de un territorio delimitado y ejerce un gobierno. Este concepto es la materialización del pacto social o de convivencia; además, persiste en el tiempo, presencia la ideología, el ascenso y caída de gobiernos. Autores como John Locke, Thomas Hobbes, José Migdal o Hans Kelsen teorizaron sobre el Estado.
Ahora bien, los síntomas que aparecen en el Estado cuando se analiza la erosión democrática o debilitamiento es que: 1) un proyecto o fuerza política ha sido colonizado y/o ideologizado; 2) el Estado deja de cumplir con sus funciones de proveer seguridad, servicios, administrar justicia y mantener el orden; 3) hay grupos que desafían su poder monopólico, y 4) pierde la capacidad de instaurar el orden en su territorio.
Autores como Guillermo O’Donnell estudiaron estas afecciones en el Estado, dando paso al concepto de Estado esquizofrénico, que se refiere a que no cumple con sus funciones básicas. Luego entonces, la erosión del Estado conlleva al debilitamiento del control del territorio, la erosión democrática y la aparición de gobiernos débiles. La aparición de afecciones serias en el Estado es similar a que una persona esté en terapia intensiva, puesto que habla de problemáticas en la estructura básica de los países.
El segundo concepto es el sistema, acuñado por Talcott Parsons y llevado a la ciencia política por David Easton. Hablar de sistemas políticos aglutina a las instituciones, régimen y actores políticos marcados por valores y creencias, o, en palabras de Easton, es la asignación autoritaria de valores. En esta circulan todas las interacciones externas e internas que dan forma al régimen y repercuten en el gobierno.
Politólogos como Almond, Deutsch o Huntington han comulgado con la definición de Easton; además, los sistemas políticos son catalogados como democráticos o autoritarios, es decir, adquieren valores y reproducen actitudes que pueden fortalecer o debilitar la institucionalidad. Cabe destacar que los sistemas son complejos y, al verse trastocados, cuentan con la capacidad de adaptación y resiliencia.
La adaptación es un concepto tomado de la teoría darwiniana de la evolución y que ha sido tomada por las ciencias sociales para explicar que, ante la aparición de imperfecciones o perturbaciones, el sistema se adapta, por ejemplo, con movilizaciones, un golpe de estado o revueltas. Por su parte, la resiliencia es un término tomado de la psicología social y se refiere a la capacidad de resistir embates, presiones o golpes de actores del sistema; este enfoque ha sido desarrollado por autores como Freidenberg, Levitsky y Norris, que han analizado la resiliencia de las democracias en América Latina y Europa.
El tercer concepto corresponde al régimen, entendido como la forma en la que se organiza el poder, ligado a la división de poderes. Las reglas que rigen a una sociedad son fundamentales para entender el retroceso o el debilitamiento; si un partido o agentes cambian constantemente las reglas, sin un diagnóstico o en aras de concentrar poder, se puede trastocar la división de poderes y por ende los equilibrios.
En países como Nicaragua y Venezuela se ha modificado la estructura de los poderes legislativos y judiciales, lo que conlleva una concentración de poder en manos del ejecutivo. El cambio en la forma de elección de jueces en países como México y Bolivia fue entendido como un proyecto que buscó dinamitar a un poder que fungía como contrapeso al poder político. La aparición de señales como concentración del poder, persecución de jueces y el Parlamento como una extensión del ejecutivo son síntomas que muestran el paso hacia un régimen autoritario.
Es importante señalar que hay una tendencia a ver todos los regímenes autoritarios como si fueran iguales, pero esto no es así. Existen totalitarismos, propuesto por Hannah Arendt, donde no hay ninguna libertad, como Corea del Norte; sultanismos, término acuñado por Juan Linz, como Nicaragua con Daniel Ortega o Anastacio Somoza o Haití bajo la dictadura de Duvalier; regímenes cívico-militares como las dictaduras de Brasil o Argentina en el siglo XX; nacionalpopulares, militares que comulgaban con proyectos desarrollistas como Ecuador bajo Guillermo Rodríguez Lara, o las democraturas postuladas por Rosanvallon.
Como podemos ver, existe una gran gama de regímenes con sus particularidades; por otro lado, encontramos lo que se denomina zonas grises, las cuales se caracterizan porque son naciones que combinan elementos autoritarios y democráticos. En una analogía con las ciencias de la salud, estos se entienden como el endurecimiento de las afecciones en un paciente. Sobre todo, porque las instituciones comienzan a ser golpeadas por una fuerza mayoritaria o un presidente; el debilitamiento de las instituciones, la persecución de la oposición y la limitación de derechos son síntomas que indican que un país transita hacia el autoritarismo.
Por último, en numerosos estudios autores como O’Donnell, Schmitter y Whitehead se enfocaron en los estudios del gobierno, es decir, la parte que está ocupada por los partidos políticos, presidentes y primeros ministros. Cuando se refiere al gobierno, este aglutina al espacio de toma de decisiones, implementación de políticas y donde convergen las fuerzas políticas. Esto quiere decir que el gobierno propiamente está ideologizado; responde a lógicas partidistas y puede estar en constante cambio debido a las alternancias.
La sintomatología de que un gobierno es autoritario está asociado al comportamiento del gobernante, y algunos otros lo asocian a la aparición de personajes populistas. Sin embargo, cuando se analiza a un presidente o primer ministro, es posible identificar que el titular del poder ejecutivo tiende hacia el autoritarismo o no. Este es el elemento menor donde aparecen las afecciones, puesto que dependerá de los otros poderes, instituciones y agentes contener y evitar la deriva autoritaria.
En el último lustro se han diversificado los estudios sobre líderes personalistas que tienden al antipluralismo o el autoritarismo, pero eso no significa que el Estado o el régimen en su totalidad abandonen la democracia. Por ejemplo, Javier Milei en Argentina se ha hecho conocido por su motosierra y su lenguaje estridente; sin embargo, hasta el momento la nación no muestra el tránsito hacia el autoritarismo.
Otros ejemplos son Gustavo Petro en Colombia, que desde hace meses tiene una confrontación abierta con el órgano electoral y la oposición, a la que acusa de fraguar un golpe de estado. En Polonia, la derrota del partido Ley y Justicia en las legislativas ha abierto el camino para que un ministro europeísta, Donald Tusk, pueda limitar el poder del presidente Andrzej Duda. En Austria, la exclusión del nacionalista Partido de la Libertad del gobierno, derivado de sus intentos fallidos para formar gobierno, generó un respiro para la ciudadanía.
En conclusión, como científicos sociales debemos apegarnos a los conceptos, la rigurosidad y la observación; es pertinente señalar que a veces cuesta trabajo. Sin embargo, un diagnóstico erróneo conlleva a una interpretación sesgada de la realidad que debilita los argumentos y en algunos casos incide en la percepción de la ciudadanía.