Siempre hay al menos dos maneras de ver las cosas. Podemos hablar de la democracia latinoamericana amenazada o de su contrafaz, la democracia “resiliente”. Aunque todos los índices de democracia nos pintan un escenario de deterioros múltiples, tenemos también razones para resistirnos al ubicuo pesimismo que parece estar instalándose por doquier. Es que, a pesar de todos los embates, las democracias (imperfectas) latinoamericanas resisten.
Como botón de muestra vale la agónica toma de posesión del presidente Bernardo Arévalo de Guatemala. Después de meses de intentos de sabotear la asunción del presidente electo, los legisladores cómplices de los poderes corruptos dieron su última batalla al cuestionar las credenciales de los nuevos miembros del poder legislativo, queriendo así retrasar la elección de la nueva junta directiva, con el fin de evitar que hubiera legisladores para tomarle el juramento.
Ahora comienza en Guatemala una nueva etapa de la lucha por salvar la institucionalidad, depurar la justicia, detener la impunidad, hacer cumplir la soberanía popular y legislar en función de los intereses generales. Son esfuerzos que se repiten en toda la región. Algunas veces contra las fuerzas de la corrupción, otras veces contra los golpistas. En 2023, vimos cómo las huestes bolsonaristas atacaron los poderes del Estado. Hoy hay 1.400 imputados y más de 30 golpistas condenados por la Corte Suprema de Justicia. Una comisión de investigación del legislativo concluyó que Bolsonaro fue el instigador de la insurrección.
Los sucesos en torno a la reforma constitucional en Chile pueden ser vistos como un despliegue de incapacidad política, sin duda, pero también es cierto que el país atravesó dos procesos muy tumultuosos sin que se violaran las reglas del juego. El primer ensayo constituyente maximalista y sin ninguna dosis de realismo político fue rechazado y, el segundo ensayo, secuestrado por la derecha fundamentalista, también. El país se quedó con la “Constitución de Pinochet” y sus múltiples enmiendas hasta nuevo aviso. Se puede decir que la sociedad política chilena acordó que no había acuerdo, pero lo hizo dentro de las reglas y sin violencia. En ese sentido, no se puede dejar de interpretar el proceso como una señal de madurez.
Algo similar ocurrió en Ecuador. La crisis política que afectó al gobierno de Guillermo Lasso también encontró su salida institucional. Se implementó la llamada “muerte cruzada”, que consiste en que el Ejecutivo disuelve el congreso y convoca a elecciones generales dentro del plazo de seis meses, tal como estipula la Constitución del 2008. Así se hizo, Lasso no buscó la reelección y al finalizar el proceso se formó un nuevo congreso y fue electo presidente Daniel Noboa. En este caso también, Ecuador sufrió un período turbulento pero se zanjó la disyuntiva dentro de las reglas de juego.
En la actualidad, Daniel Noboa está lidiando con la mayor crisis que el Ecuador ha enfrentado en décadas, y, de vuelta, los mecanismos previstos comienzan a operar en el Estado de Emergencia. No es lo ideal y se está muy lejos de hecho, pero el Estado no se ha derrumbado. Ya antes, Bolivia, también había pasado por una grave crisis político-electoral y logró recuperar la institucionalidad, con un trabajo impecable de parte de la justicia electoral que facilitó la conformación del gobierno legítimo del presidente Luis Arce.
El ciclo electoral de 2023-2024
También el ciclo electoral latinoamericano ha seguido su curso. En 2023, las elecciones en Costa Rica, Honduras y Paraguay se realizaron sin mayores dificultades y en Argentina, a pesar de la profunda crisis económica y la polarización política, los ciudadanos pasaron por las llamadas PASO, la primera ronda y el ballotage, todo en absoluto orden. También es importante rescatar la capacidad de respuesta de la sociedad y la oposición frente al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y la ley “ómnibus” que ha implementado y propuesto el presidente Milei. Ambas conteniendo la reversión de derechos y la concentración del poder en el Ejecutivo.
Y en Colombia, las elecciones departamentales y municipales se realizaron también de forma correcta, dejando un mensaje crítico al gobierno de Gustavo Petro.
La democracia y sus instituciones se mantienen, pero no sólo como realidad, sino también como volición. En el caso de Venezuela, se ha abierto una rendija para una transición a la democracia. Las elecciones internas de la oposición le dieron un apoyo significativo a la candidata Marina Corina Machado, aplacando así la siempre presente división interna de los grupos y liderazgos no chavistas de Venezuela.
Por otro lado, el gobierno de Maduro parece estar dando un paso adelante y dos atrás en lo que se refiere al compromiso con llevar adelante elecciones libres, directas y justas en 2024. Ahí hay una semilla de esperanza y una voluntad de cambio que bulle.
Centroamérica, el principal desafío para la democracia
Donde la volición democrática parece no encontrar terreno fértil es en Nicaragua. El pequeño país cae vertiginosamente en una espiral dictatorial casi psicótica. De hecho, podríamos decir que donde la resiliencia democrática encuentra sus más profundos desafíos es en América Central. Entre esos desafíos el más complejo de todos es el proceso en El Salvador. Este puede ser el antecedente más peligroso, por la popularidad de la drástica acción y sin el debido proceso en contra de las pandillas, introducido por el presidente Bukele, pero que arrastra con los derechos de decenas de miles de jóvenes provenientes de las clases bajas. Este líder posmoderno va directo a la reelección según todas las encuestas.
Por último, tenemos países con democracias estables como Panamá y Uruguay que van a elecciones en mayo y octubre de este año, respectivamente. Panamá tiene la peculiaridad de ser un país en el que el tema ambiental ha crecido lo suficiente como para influir en las elecciones. Pero gran parte de la atención estará puesta en la segunda economía de la región y más populosa nación de habla hispana, México.
El personalísimo Andrés Manuel López Obrador apuesta, en unas elecciones competitivas, por la continuidad de MORENA con Claudia Sheinbaum, frente a la candidata de una coalición aparentemente no tan compacta del PAN, PRD y el PRI, Xochitl Gálvez. Mucho se ha criticado la disminución del presupuesto y funciones de la Comisión Federal Electoral, pero aún se mantiene el elemento competitivo y la alternancia es una posibilidad.
Finalmente Cuba sigue en su derrotero cada vez más aislada y empobrecida, en parte a causa del bloqueo, pero también por cerrar las puertas de la transición hacia un régimen de respeto a las libertades públicas, el pluralismo y la democracia.
América Latina es la región donde la fortaleza de la democracia se ha visto más golpeada de acuerdo con el índice de democracia de “Economist Intelligence Unit”, pero sigue siendo más democrática que África, Medio Oriente y Asia. El paradigma democrático se instaló aquí con mayor aplomo que en otras regiones durante la llamada tercera ola, pero actualmente está sufriendo los embates de la corrupción, el narcotráfico, la ultraderecha y las izquierdas autoritarias, la desigualdad y discriminación, así como la falta de un crecimiento económico con equidad.
El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, ha demostrado que con perseverancia, transparencia, claridad de propósito y con el acompañamiento del pueblo sí se puede salir adelante. Ese es el camino.
Autor
Cientista político, profesor del Programa de FLACSO en Paraguay y consultor en planificación estratégica. Fue director regional para A. Latina y el Caribe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Magister en Ciencias Políticas por FLACSO–México.