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Maduro es un represor, pero Milei no es un demócrata

Entender la política y a los políticos de modo binario distorsiona con frecuencia la realidad, lo cual nos hace vivir en un mundo de mentiras y simulaciones.

Los acontecimientos postelectorales en Venezuela, luego de que Maduro se proclamara ganador sin mostrar las actas que dan cuenta de su triunfo, no hicieron más que reforzar la falta de institucionalidad y la evidencia del autoritarismo del régimen chavista de Nicolás Maduro. Ante este nuevo y descarado atropello del régimen a la democracia venezolana, las repercusiones a nivel internacional no tardaron en llegar. Líderes de todo el mundo, y sobre todo de la región, se pronunciaron en favor de la transparencia y en contra del fraude. Políticos, tanto de derecha como de izquierda, reivindican la democracia. Y entre ellos el presidente argentino Javier Milei.

Ante el atropello del régimen venezolano, Milei se posiciona en defensa de la democracia en Venezuela, la división de poderes y el respeto a las instituciones, bajo un discurso altamente republicano. Pero el mismo presidente que alardea sobre la necesidad de democracia en Venezuela, no se comporta en consonancia con los valores republicanos en su propio país.

Milei ha mostrado un enorme desprecio hacia el Congreso de la Nación desde que asumió la presidencia, dando su primer discurso de asunción literalmente de espalda al Congreso en las escalinatas del edificio. De hecho, se ha atrevido a decir en varias oportunidades que gobernaría con o sin el Congreso de la Nación.

El presidente argentino agrede e insulta constantemente a los legisladores opositores. El partido de Milei, La Libertad Avanza, que cuenta con una pequeña minoría, tanto en la Cámara Baja como en la Alta, necesita del apoyo de legisladores opositores, y se refiere a ellos como la “casta”, “degenerados fiscales”, “traidores” o “delincuentes” y amenaza con vetar todas las leyes que estos deseen aprobar y que no se encuentran en sintonía con su recetario libertario.

Además, Milei ha elegido como juez de la Corte Suprema de Justicia a Ariel Lijo, un juez que escondió por años decenas de irregularidades de dirigentes políticos corruptos y que no respeta el blindaje imprescindible que debe tener el Poder Judicial respecto a los intereses políticos.

Otro hecho de profundo desprecio hacia la democracia, estuvo signado por la visita de un grupo de legisladores de La Libertad Avanza, que asistieron semanas atrás a un penal para saludar a ex golpistas que han sido condenados por el genocidio de los años 70 de la última dictadura militar en el país; entre los genocidas se encuentra Alfredo Astiz que era el principal encargado de tirar a personas al mar desde aviones de la fuerza aérea.

Decodificación binaria

En Argentina la política -entre otros asuntos- suele decodificarse en modo binario. Pero entender la política y a los políticos de modo binario distorsiona con frecuencia la realidad. Y la distorsión de la realidad nos hace vivir en un mundo de mentiras y simulaciones.

Por ello, al exigir Javier Milei con vehemencia que exista una vida democrática en Venezuela, cuestionando fuertemente al dictador Nicolás Maduro, él se muestra ante el mundo como un paladín de la república. Pero Milei no es un republicano. Milei entiende que la política se decodifica en términos de amigo-enemigo y en ese marco se enfrenta públicamente a diario con sus “enemigos” – quienes piensan y opinan diferente a él -.

El presidente argentino, se enoja, insulta e injuria con frecuencia a los medios de comunicación y periodistas que no lo adulan o no piensan como él. Milei destrata también a artistas o líderes sociales opositores, y los escracha en redes sociales generando un clima de violencia, exacerbando la polarización en la sociedad argentina.

Mientras tanto, y para reforzar esta mirada simplista de la política, Maduro, por su parte, no se cansa de reivindicar a sus amigos kirchneristas exacerbando aún más esta visión binaria. Y bajo este silogismo básico, el kirchnerismo queda enmarcado junto al antidemocrático Maduro, mientras Milei se erige como representante del bando democrático. Y así se construye la elemental construcción binaria argentina de las cosas.

Nicolás Maduro es un líder antidemocrático, un represor y hace muchos años se encuentra subyugando a millones de venezolanos. Y que Milei lo enfrente y cuestione es correcto y parece democrático. Pero parecer democrático no significa ser un demócrata.

En un mundo binario, Milei puede parecer un demócrata. Pero en un mundo de matices, el real, Milei, aunque se oponga al dictador venezolano Nicolás Maduro, no deja de representar a un liderazgo antirepublicano.

Autor

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Politóloga y profesora de la Universidad de Buenos Aires. Magíster en Historia Económica por la misma universidad. Columnista en Perfil, La Nación, La Ribera Multimedio, Observatorio de Seguridad, Economía y Política Iberoamericana, entre otros.

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