En febrero de 2025 Ecuador volverá a las urnas para celebrar elecciones generales, en las cuales se elegirán un binomio presidencial, 151 asambleístas y cinco parlamentarios andinos. Es un ciclo atípico, pues antecede a este proceso la muerte cruzada o disolución de la Asamblea que se produjo por decreto ejecutivo en la administración del expresidente Guillermo Lasso en mayo de 2023 y que adelantó las elecciones para un periodo corto. Daniel Noboa fue electo para asumir la primera magistratura y ahora también es candidato. Para ese momento, el nuevo gobierno asumió la peor crisis de inseguridad de la historia democrática, desempleo y fragilidad institucional. Los problemas siguen siendo los mismos de cara a un nuevo sufragio.
Para estas elecciones, 17 organizaciones políticas están habilitadas para presentar candidaturas. Al momento, 16 binomios aceptaron sus postulaciones. Esta cifra resulta extrema si se considera el tamaño de la población, cercano a los 18 millones de habitantes. En este mismo escenario, el país sigue con el arrastre de contar con 290 agrupaciones con registro electoral para inscribir candidaturas locales. Por tanto, el número de aspirantes al poder excede vertiginosamente a los que se eligen para las distintas dignidades.
Esta situación histórica genera dos fenómenos anómalos para una democracia saludable: fragmentación y volatilidad. En otras palabras, hay un exceso de postulantes, mientras que, por otra parte, los electores no votan por la misma tienda política entre cada elección; en definitiva, no hay fidelización ni ideología, más bien se ha exacerbado la personalización política, los outsiders y el populismo. Otro problema que se agudiza es que los partidos seleccionan a sus candidatos por fuera de los partidos, pues así lo posibilita el artículo 94 del Código de la Democracia. Es decir, no se necesita ser afiliado a un partido para ser candidato.
Partidos sin candidatos propios
Este contexto pone en discusión la misma realidad de las tres últimas elecciones: partidos sin candidatos y también candidatos sin partidos. Pese a que la Ley Electoral de Ecuador posibilita la inscripción de alianzas, solo se ha registrado una después del intento fallido de los movimientos y partidos de izquierda para sellar un acuerdo programático que incluyera un plan de gobierno y la confección de las listas para el binomio presidencial y la Asamblea. Por primera vez, la Revolución Ciudadana (RC) liderada por el expresidente Rafael Correa busca aliados y reconoce que no tiene la fuerza electoral después de haber perdido por dos ocasiones las presidenciales. Ahora, la RC se junta con un movimiento pequeño, Reto.
Las izquierdas llegan a esta elección más fragmentadas que en ocasiones anteriores, pues varios cuadros disidentes del correísmo corren por cuenta propia, además que el movimiento indígena va solo con el líder de los dos últimos ciclos de protesta nacional como alternativa, Leonidas Iza. Para el caso de las derechas, ocurre lo propio pero sin mayor fragmentación. El tradicional Partido Social Cristiano y el partido del presidente Noboa ADN van por cuerdas separadas, pese a que al inicio del gobierno actual fueron aliados, así como con el correísmo en la Asamblea.
Encuestas: las primeras radiografías
Las encuestas coinciden en los cuatro primeros lugares en intención de voto. La radiografía del momento ubica al presidente candidato, Daniel Noboa, en primer lugar. Le siguen el correísmo de la RC con Luisa González, después Jean Topic, quien se presenta por segunda ocasión, y, en cuarto lugar, el líder indígena Leonidas Iza. Entre el primero y segundo lugares hay un margen que va de los 8 a los 10 puntos, pero ninguno se alzaría con la presidencia en una sola vuelta. Dado que en Ecuador se elige en el mismo día también a los asambleístas, es posible que se conforme un legislativo fragmentado, debido al número de partidos que inscribieron candidatos a nivel local y nacional. Pasamos de una Asamblea de 137 a 151 curules.
En esta contienda, el leitmotiv será una vez más correísmo versus anticorreísmo, pues no se vislumbra todavía una tercera fuerza política como alternativa. La inexistencia del centro político se acentúa. Bajo estas condiciones, el presidente Noboa pretende embanderar el anticorreísmo, y además suma en su caja de mensajes la idea de representar la nueva generación política y un gobierno de mano dura contra la delincuencia y la corrupción. Por el otro lado, se le indilga al actual mandatario improvisación, inexperiencia, una suerte de exceso de juventud para afrontar los problemas más severos y que giran en torno a la inseguridad, el crimen organizado, la narcopolítica y la crisis energética.
En esta contienda, el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio en la anterior elección enciende las alertas respecto de cómo se desarrollarán las campañas electorales, más aún cuando la fiscal general de la Nación, Diana Salazar, ha presentado evidencias en varios juicios, algunos con sentencias en firme, acerca del entramado entre política y narcotráfico. La narcopolítica es un tema importante en la lid, pues pone en discusión el financiamiento de la política, las relaciones del narco con la justicia y también su conexión con los partidos políticos.
Entre otros hechos, a diferencia de las anteriores elecciones, la paridad es una realidad y se expresa en la conformación del binomio presidencial hasta las listas para la Asamblea en las dignidades provinciales y nacionales, asimismo la cuota de jóvenes. Esto ha exigido a los partidos y movimientos que reformulen sus procesos de democracia interna en términos de incorporar a mujeres y jóvenes a la vida política. Habrá que ver si la norma, más allá de su aplicación, refuerza el trabajo de las organizaciones políticas en las escuelas de formación de cuadros como establece el Código de la Democracia.