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La CELAC: el desafío de la revitalización

El dialogo político regional ha venido decayendo en los últimos años, jalonado por diferencias sustanciales en lo que se refiere a los temas prioritarios y las distancias ideológicas. Gran parte de las desavenencias tienen que ver con el giro a la derecha que se dio en el último super ciclo de elecciones y el rechazo de los nuevos gobiernos a instancias que consideraban teñidas por los marcos ideológicas de la izquierda. Entre ellas el UNASUR y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Un logro de la diplomacia mexicana, un desafío para la diplomacia argentina

En 2021, México hizo un esfuerzo por revitalizar el diálogo político, convocando a la VI Cumbre de la CELAC. Si bien en el encuentro quedaron en evidencia —nuevamente— las tensiones políticas que subsisten en la región, al menos participaron varios jefes de Estado como no ocurría hace años. En ese sentido, y a pesar de que no hubo grandes avances, la cumbre fue un logro importante de la diplomacia mexicana y de su presidente López Obrador.

La VI Cumbre de la CELAC, sin embargo, tuvo lugar a solo unos meses del fin de la presidencia pro tempore de México, por lo que Argentina y su presidente Alberto Fernández tienen ahora la tarea de continuar revitalizando la CELAC. 

En primer lugar, Fernández haría bien en despejar las suspicacias políticas que sobrevuelan las bases de esa posible revitalización. No sin razón, desde la derecha se argumenta que lo que se está intentando reconstruir es un liderazgo regional progresista perdido, coordinado por jefes de Estado que se sienten cómodos con dicha denominación y que están especulando con el avance de las opciones progresistas en la región durante el actual super ciclo de elecciones.

Tras la vitoria de Gabriel Boric en Chile y la posible victoria de Lula —quien reincorporaría a Brasil a la CELAC, revirtiendo la salida de Jair Bolsonaro— y de Gustavo Petro u otro candidato de centro izquierda en Colombia, se especula desde la derecha latinoamericana que el perfil de la CELAC podría retomar esa impronta.

Por ello, desde la izquierda se debe comprender que volver a construir foros e instancias regionales con una perfil ideológico tan marcado volverá a desembocar en fracasos. Las relaciones internacionales deben cimentarse en políticas de Estado que perduren y trasciendan las políticas coyunturales de los gobiernos.

Una de las maneras de disipar esa lectura política de la derecha es dejar de lado la idea de la CELAC como sustituto de la OEA. La izquierda, sobre todo aquella ligada a Cuba y a la actualmente disminuida ALBA, siempre se ha batido por presentar a la CELAC como una alternativa a la organización multilateral historicamente dominada por Estados Unidos y que en el pasado avaló las dictaduras de derecha y expulsó a Cuba.

De alguna manera, Alberto Fernández ya se posicionó contra esa visión al hacerse eco de las palabras del expresidente Santos de Colombia, cuando en 2011 dijo que la integración no se debe buscar en contra de nadie o de otros países.

Por otro lado, la idea de la CELAC como sustituto de la OEA refleja una falta de comprensión de los mecanismos multilaterales y lo que distingue a la CELAC de la OEA. La CELAC es todavía un foro mientras que la OEA es una organización multilateral, con una estructura, con órganos, procedimientos y normativas forjadas con el tiempo, por lo que la idea de que una pueda sustituir a la otra es un error.

Otro aspecto que debería considerar cualquier proyecto de revitalización de la CELAC es el de su narrativa. Lo peor que le puede suceder a la CELAC es convertirse en un foro donde se ejercita la anacrónica retórica antiimperialista. Esta bien el acto de albergar en su seno a Cuba y Venezuela. Con ello, la CELAC da un mensaje positivo de querer fomentar un diálogo sin exclusiones. De lo que si no puede caer presa, es de una estrategia geopolítica que busque seguir vendiendo la narrativa antimperialista para legitimar las derivas autoritaria o autocráticas.

Este es buen momento para hacer una ruptura con el pasado y rescatar las trayectorias nacionales y populares latinoamericanas, tan frecuentemente avasalladas por intereses económicos extranjeros, pero dentro del marco de un diálogo interamericano positivo y maduro.

El futuro de la CELAC como foro político

Revitalizar la comunidad es un gran desafío y es fundamental tener en mente que el cambio se debe dar en esa dimensión de foro político que tiene la CELAC. La ambición de esa revitalización tiene que tener en cuenta que la misma está muy lejos de poder albergar una función técnica y de desarrollo de contenidos. De hecho, en la propia declaración de México se conjugaron los principios de autodeterminación de los pueblos, el derecho al desarrollo, la democracia y los derechos humanos, con una clara referencia a los órganos multilaterales existentes, como las Naciones Unidas, la CEPAL, el BID o la OPS. Incluso, se hicieron propuestas importantes en el área de combate al Covid-19, pero que se apoyaron en propuestas que ya han circulado en los medios multilaterales, como la compra conjunta de medicamentos.

Con dicho trasfondo, podemos concluir que lo que le cabe a Argentina es servir eficaz y eficientemente de pasarela para fomentar el diálogo y la coordinación entre los países miembros, promover intervenciones conjuntas en los órganos multilaterales, sobre todo en la ONU, generar encuentros periódicamente y hacer declaraciones políticas que demuestren que, a pesar de todas las desavenencias, la región tiene una perspectiva común en un mundo en el cual somos cada vez más irrelevantes.


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Cientista político, profesor del Programa de FLACSO en Paraguay y consultor en planificación estratégica. Fue director regional para A. Latina y el Caribe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Magister en Ciencias Políticas por FLACSO–México.

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