El Desarrollo Financiero (DF) se entiende como la mejora en las funciones del sistema financiero, lo que permite una asignación más eficiente de los recursos hacia el sector real de la economía. En los últimos años, América Latina y el Caribe han realizado importantes esfuerzos para fortalecer sus sistemas financieros, promoviendo la inclusión en el sistema bancario. No obstante, la región aún se encuentra rezagada frente a otros mercados emergentes, especialmente en lo que respecta al crecimiento y consolidación de sus mercados financieros.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) mide el DF mediante un índice basado en dos dimensiones principales: instituciones y mercados financieros. Estas dimensiones a su vez evalúan tres pilares: profundidad, acceso y eficiencia. Este índice, con valores de 0 a 100, indica un mayor desarrollo a medida que se aproxima al 100. Por ejemplo, en 2023, Asia alcanzó un promedio de 60,76 puntos reflejando grandes avances en la modernización de sus sistemas financieros liderados por China e India. Y África registró un crecimiento notable, llegando a 38,16, aunque con importantes retos pendientes.
Por otro lado, América Latina mostró el crecimiento más bajo, pasando de 15 puntos en 1992 a solo 26,45 en 2021. Este bajo promedio se debe a la baja calidad institucional, la limitada inclusión financiera, al escaso desarrollo de los mercados financieros, una marcada dependencia del sistema bancario y mínima o nula educación financiera.
La región enfrenta desafíos importantes en términos de inclusión financiera, lo que impacta negativamente en su desarrollo económico. Aun así, ha mostrado un mejor desempeño en cuanto al desarrollo de las instituciones financieras gracias a la implementación de políticas que han logrado ampliar los servicios a segmentos de la población excluidos. Sin embargo, el acceso y uso de estos sigue siendo limitado, especialmente entre mujeres, jóvenes y personas en zonas rurales. Además, la inclusión de los mercados financieros, que constituyen un aspecto importante del sistema, muestran aún poco desarrollo.
Según un informe de Americas Market Intelligence (AMI), entre 2020 y 2023 la mayoría de los latinoamericanos accedió a productos financieros básicos, aunque un 21% sigue excluido. Si bien casi ocho de cada diez personas tienen acceso a servicios financieros, aún persisten desafíos para lograr una inclusión más avanzada. Solo el 58% cuenta con tarjeta de crédito y apenas 3 de cada 10 acceden a productos como préstamos, seguros o inversiones. De hecho, apenas el 59% de personas de bajos ingresos poseen una cuenta bancaria.
Los gobiernos han sido clave en este avance ya que el 15% de los ciudadanos abrió su primera cuenta gracias a la digitalización de programas de asistencia estatal y el uso de productos financieros avanzados está creciendo rápidamente, lo que refleja una mayor integración financiera en la región.
Relación entre el desarrollo financiero y el crecimiento económico
Un mayor desarrollo financiero, especialmente mediante el acceso al sistema bancario, impulsa la inclusión financiera. Según el Banco Mundial, en 2017 más de 1.200 millones de adultos a nivel global accedieron a una cuenta bancaria, facilitando su participación en la economía formal. Este acceso es clave para el crecimiento económico, ya que permite a hogares y empresas interactuar activamente con el sistema financiero. Las empresas pueden financiar proyectos productivos y generar empleo, mientras que los hogares satisfacen necesidades de consumo e inversión. A su vez, la inclusión fortalece la estabilidad del sistema financiero al integrar a sectores antes excluidos, promoviendo un crecimiento más equitativo y sostenible.
Además del acceso, la profundidad y la eficiencia del sistema financiero también impulsan el crecimiento económico. Una mayor profundidad, reflejada en el tamaño y la liquidez del sistema, amplía los recursos disponibles para financiar actividades productivas, facilita el crédito y promueve el financiamiento de proyectos de alto impacto. Y una mayor eficiencia reduce los costos de intermediación, optimiza la asignación de recursos y fortalecer sectores estratégicos. En conjunto, estos factores estimulan el consumo, la inversión, la innovación, la acumulación de capital y el empleo.
Un estudio de la facultad de economía de la Universidad de Las Américas del Ecuador evaluó la relación entre el DF y crecimiento económico entre 1992 y 2019 para un conjunto de 18 países de ingresos medios altos, en su mayoría de América Latina, África y Asia. Los resultados mostraron que, en efecto, el DF tiene un impacto positivo sobre el crecimiento económico. En el caso de América Latina, ante el aumento en la variación de un punto en el índice de DF, el crecimiento económico en promedio fue del 0,1%.
No obstante, en América Latina el impacto del desarrollo financiero es limitado por problemas estructurales e institucionales. La baja calidad institucional dificulta la aplicación de políticas efectivas, genera asimetrías de información y mantiene mercados incompletos, lo que restringe el acceso y la eficiencia del sistema financiero. Además, la región enfrenta importantes desafíos en el desarrollo de sus mercados, en comparación con otros emergentes, especialmente en términos de profundidad y eficiencia. Esta situación se ve agravada por la fuerte dependencia del sistema bancario, que limita la diversificación de fuentes de financiamiento y reduce el potencial del desarrollo financiero para impulsar un crecimiento sostenible a largo plazo.
Conclución
Para impulsar el desarrollo financiero, se deben aplicar políticas que fortalezcan la inclusión y el sistema bancario. Medidas como el uso de dinero electrónico móvil, usado exitosamente en Perú, o incentivos fiscales para ampliar la cobertura bancaria, como en Brasil, mejoran el acceso en zonas rurales. Además, adoptar estándares internacionales como los acuerdos de Basilea refuerza la solidez del sistema. Estas acciones no solo expanden la cobertura, sino que también mejoran la eficiencia y profundidad del sistema financiero.
Desde los mercados de capitales, el desarrollo financiero requiere ampliar el acceso y fortalecer su estructura. La integración regional, regulaciones más simples y una mayor educación financiera permiten a más personas invertir con seguridad y conocimiento. Una infraestructura legal robusta asegura transparencia y confianza, favoreciendo tanto a empresas como a inversionistas.
El desarrollo financiero (DF) es un pilar fundamental para dinamizar la actividad económica de cualquier país. Pero para ello, los gobiernos de la región deben fortalecer los sistemas financieros a través de políticas y regulaciones eficaces que promuevan un mayor acceso a los servicios financieros y amplíen los mercados financieros. Esto permitiría que un número creciente de personas y empresas se integren al sistema, facilitando el financiamiento de actividades productivas. Un sistema financiero sólido y desarrollado, no solo actúa como un motor del crecimiento económico, sino que también contribuye a reducir las desigualdades sociales.