Estimaciones recientes realizadas por los organismos económico-financieros multilaterales dan cuenta de una importante contracción en las economías en una enorme cantidad de países durante el año 2020. Era una situación prevista desde meses atrás y para gran cantidad de organismos e instituciones a nivel global explicada mayoritariamente por la súbita aparición del SARS CoV-2 y su difusión global. El FMI estima una contracción del producto mundial en 2020 de 3.3%. Sin embargo, es una caída con diferencias importantes y América Latina es la más afectada.
La reducción de la economía latinoamericana fue de 7%, y en el extremo contrario las economías emergentes y en desarrollo de Asia se han reducido solo un 1.1. Por países, entre las mayores economías, con las más altas caídas están España con una caída del 11%, Reino Unidos el 9.9%, Italia un 8.9%), Francia 8.2%, al igual que México e India un 8%. La excepción es China, con un crecimiento de 2.3%.
La desigualdad es una de las principales características
Sin embargo, como esta sucediendo en muy diversas materias, la desigualdad en el comportamiento del PIB entre los países y las regiones es uno de los datos que caracterizan la situación económica, política y social a nivel global desde hace años. Esto, plantea la interrogante de que lo explica más allá o incluso considerando el incidente de la pandemia de COVID-19.
Las enormes dificultades en los sistemas de salud en casi la totalidad de países para hacer frente a la pandemia es otro hecho que no puede explicarse únicamente por la aparición de la emergencia sanitaria. Además, deben tenerse en cuenta las reducciones en los recursos públicos destinados a los sistemas de salud y en muchos países su reorganización como actividad sujeta al mundo de las mercancías y las ganancias.
También es necesario considerar la baja o el menor peso de los ingresos de los trabajadores en el ingreso nacional, que impacta negativamente sus contribuciones fiscales. Así como la reducción o contención salarial aplicada en muchos países, el incremento de la precariedad laboral y del trabajo informal, que colocan a muchas familias y personas en una situación más vulnerable, incluyendo sus condiciones de salud.
Más revelador, de un modo profundamente excluyente de organizar las actividades económicas, es la producción y distribución de las vacunas. El espacio de las farmacéuticas es notablemente oligopólico y hay grandes diferencias entre los países para contar con muy diversos medicamentes. A la fecha uno de los resultados de esta modalidad de funcionamiento de los mercados es que la mayor parte de las vacunas para el COVID-19 se han destinado a un reducido grupo de países y la pandemia continua presente.
Además, se reconoce que en la investigación y la producción de estos fármacos se contó con fondos públicos, lo que no ha implicado hasta la fecha plantear firmemente otras opciones para encarar la pandemia.
Gran parte de los actores políticos y dirigentes de muy diversos organismos financieros multilaterales desconoce lo sustancial. Desde hace más de tres décadas, el comportamiento de las economías desarrolladas y un amplio número de las denominadas economías de mercados emergentes, han sufrido recurrentes crisis monetario-crediticias, crisis bancarias o del mercado de valores. En las economías en desarrollo, en pocos años se sucedieron devaluaciones de sus monedas con relación a las principales divisas que modifican sustantivamente sus principales variables macroeconómicas.
La debilidad en el crecimiento de las economías desarrolladas
Además, han habido recesiones de cierta significación y hace más de una década existe una sostenida debilidad en el crecimiento de las economías desarrolladas y mas recientemente en regiones como América Latina. Es un comportamiento muy diferente al de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Desde hace más de diez años, en las principales economías de la OCDE se ejecuta una política monetaria calificada de acomodaticia, con tasas de interés cercanas al cero por ciento y la inyección de recursos por parte de los bancos centrales para mantener a los mercados financieros.
El comportamiento positivo de los mercados financieros no se ha correspondido con un proceso semejante en el espacio de la producción, y menos aún en mejoras sostenidas en el mundo del trabajo. El FMI reconoce lo que denomina la enorme diferencia entre los mercados de trabajo y de productos, y los mercados de activos. Es decir los mercados de valores, de títulos de deuda y todo aquello que pueda ser convertido en documentos transables, conservan su vigor.
Esto es resultado de las políticas ejecutadas por los bancos centrales. El FMI insiste que esto es necesario y se ha procedido adecuadamente. El problema es que son medidas ejecutadas desde los años inmediatos a la crisis monetario y financiera internacional de 2008-2009 que no lograron restablecer las condiciones de crecimiento de las economías y menos aún reducir la desigualdad social.
El comportamiento desde hace años de las principales economías de la OCDE indica que la ejecución de una política monetaria acomodaticia, acompañada de una política fiscal caracterizada por la austeridad, es parte del problema. Y cuando se modifica la política fiscal para únicamente realizar apoyos puntuales para mantener el empleo o para subsidiar algunas actividades económicas, con la premisa de regresar a la consolidación fiscal, es decir, recuperar lo más pronto posible el equilibrio fiscal, no se resuelve la crisis y menos aún se contribuye a reducir la desigualdad social.
En la actualidad lo prioritario es ampliar el espacio de las actividades productivas y del mundo del trabajo y la gestión estatal debe encaminarse por es sendero, supeditando los beneficios financieros. Un imprescindible primer paso es establecer el carácter de bien público de las vacunas contra el COVID-19 a nivel mundial. Es una condición para restablecer las capacidades de producción en el conjunto de nuestras sociedades.
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Foto de Silvio Naef en Foter.com
Autor
Pofesor e investigador titular del Departamento de Economía de la Univ. Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Iztapalapa. Coordinador del Prog. Universitario de Investigación Integración en las Américas. Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.