Aunque América Latina y el Caribe registran su nivel más bajo de pobreza en la historia, más de la mitad de su población sigue siendo vulnerable, evidenciando la urgencia de un nuevo paradigma de desarrollo basado en la resiliencia.
Impulsados por crisis económicas, migraciones forzadas y ausencia de políticas públicas, millones de latinoamericanos levantaron sus hogares en los márgenes urbanos.
Proteger el presente de los niños y garantizarles un futuro digno es un deber ético que define nuestra humanidad y el tipo de sociedad que deseamos construir.