Mientras el viejo orden agoniza, la cuestión central que preocupa hoy a las relaciones internacionales es la naturaleza del tipo de orden por venir. Está claro que no hay “fin de la historia” y tampoco está escrito que ella esté marcada por el “choque de civilizaciones”.
La presencia en América Latina de China, Irán, Rusia o cualquier otro actor no occidental no tiene por qué ser el único propósito de la política exterior de Estados Unidos para América Latina.
En caso de guerra abierta entre los EE. UU. y China, que no escale a nuclear estratégica, las economías de guerra de los dos países estarían en una relación desfavorable para los americanos, y en general para todo el bloque de sus aliados.
El gobierno de Lula está trabajando para revertir el retroceso de la gran estrategia brasileña, retomando, como era de esperar, el protagonismo de Brasil en América Latina.
Es fundamental fortalecer la solidaridad entre los pueblos y naciones afrodiaspóricos mediante acciones como la promoción de la diplomacia entre los Estados.