Son tiempos revueltos en el comercio internacional. La gran crisis económica de 2008 no solo ha recrudecido las tensiones políticas internas en varios países, sino también a escala internacional. Esto se está viendo reflejado, entre otras cosas, en un mapa comercial cambiante. Y es que el resurgimiento de nacionalismos ha desempolvado las banderas del proteccionismo comercial en varios países, liderados principalmente por el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos y Theresa May en el Reino Unido. Por ello, surgen casos como el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés).
Pero a la vez que los proteccionismos comerciales se insertan en el debate, surgen oportunidades comerciales. La globalización no da tregua y las nuevas oportunidades vienen principalmente de la mano de nuevos tratados comerciales de gran alcance. Recientemente, 11 países firmaron en Santiago de Chile el TPP. Este acuerdo, que incluye a Canadá, México, Chile, Perú, Japón, Vietnam, Malasia, Singapur, Brunei, Australia y Nueva Zelanda, eliminará los aranceles entre un 65% y un 100% entre sus miembros.
Trump no solo ha sacado a EE. UU. del TPP, sino que también ha paralizado las negociaciones de la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión
Paradójicamente, Estados Unidos, uno de los grades propulsores del tratado como parte de su estrategia para contrarrestar el auge de China en el Pacífico, no hizo parte del acuerdo. Y es que Trump no solo ha sacado a EE. UU. del TPP, sino que también ha paralizado las negociaciones de la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión (el conocido TTIP, por sus siglas en inglés) con la Unión Europea, y amenazado con la ruptura de la Asociación de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) con Canadá y México. Por el contrario, los países del sureste asiático, China incluida, no paran en su internacionalización.
Aún sin EE. UU., el TPP (o Alianza del Pacífico) representa uno de los acuerdos regionales de mayor alcance global y es considerado el mayor pacto de libre comercio en curso en el planeta. Entre los 11 países firmantes suman alrededor de 500 millones de habitantes y un 15% del comercio mundial. Un análisis del Instituto Peterson estima que el tratado podría generar unos 147 billones de dólares, y miles de puestos de trabajo en los países firmantes. Pero más allá de las cifras, el tratado representa una señal en favor de las alianzas internacionales en un momento en que estas están siendo cuestionadas por algunos dirigentes.
Este nuevo acuerdo incluye tres países latinoamericanos, México, Perú y Chile, para los que el tratado representa una gran oportunidad comercial. Para México, precisamente en un momento en que su vecino del norte y principal socio comercial le da la espalda, el TPP se abre como una alternativa para diversificar el destino de sus exportaciones y para atraer inversión extranjera por fuera de EE. UU. Para Perú y Chile, el tratado significa un gran paso para materializar las ventajas de su posición geográfica como países del Pacífico, donde se está centrando el foco del comercial mundial.
La vocación expansionista del TPP puede, además, significar una oportunidad a futuro para otros países latinoamericanos con miras al Pacífico. Entre ellos, Colombia queda en una situación peculiar al conformar junto a México, Perú y Chile la Alianza del Pacífico, pero quedando, a diferencia de los otros tres, fuera del TPP. Esperemos que en un futuro también Colombia, Ecuador y varios países centroamericanos puedan beneficiarse del acuerdo comercial transoceánico.
Autor
Profesor de la Univ. Autónoma de Barcelona. Doctor en Economía por la Univ. de Barcelona. Master en Desarrollo del Centro de Asuntos Internacionales de Barcelona (CIDOB). Especializado en econ. internacional y econ. urbana.