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Haití: 20 años después la comunidad internacional parece seguir el mismo camino que llevó al país a la tragedia actual

CARICOM (Comunidad del Caribe) propone un Consejo Presidencial Provisional con 7 miembros de diferentes grupos políticos y que todos los miembros de este Consejo estén de acuerdo con la misión “no onusiana” aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Haití ha estado en la agenda de CARICOM (Comunidad del Caribe), el bloque de cooperación económica y política de la región creado en 1973 tras la independencia de varias antiguas colonias europeas y que hoy cuenta con 16 países miembros y un país observador, Cuba. En un afán de mediación, tras escuchar a todos los grupos políticos allí presentes, el bloque propone ahora un Consejo Presidencial Provisional para Haití, con 7 miembros de diferentes grupos políticos del país. La propuesta de CARICOM incluye un punto claro: que todos los miembros de este Consejo estén de acuerdo con la misión “no onusiana” aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en octubre de 2023.

Se trata de un intento de que los agentes políticos haitianos den el visto bueno y carta blanca para que una nueva misión entre en el país, que tanto ha sufrido las misiones parche, una de las principales causas de la situación actual. Una propuesta de misión, además, solicitada por un primer ministro provisional, bajo tutela estadounidense, al que se considera ilegítimo e inmoral por no haber conseguido ni uno solo de sus dos únicos objetivos en sus más de dos años y medio en el poder: mejorar las condiciones de seguridad del país y organizar elecciones.

Un gobierno ilegítimo

Por cierto, vale la pena recordar que Ariel Henry está acusado de tener vínculos con las mismas bandas que invadieron las cárceles y es visto como ilegítimo y sospechoso por gran parte de la sociedad, ya que fue nombrado por Jovenel Moïse, un ex presidente que, en ese momento, ya estaba fuera del cargo y permaneció en el poder hasta el 7 de julio de 2021. En esa fecha, Jovenel fue misteriosamente asesinado, apenas tres días después de que Ariel Henry fuera nombrado primer ministro, un crimen que aún no está claro, con varios indicios de obstrucción a la justicia y sin que se haya investigado a todos los posibles responsables.

Exigir que un haitiano acepte ser miembro del Consejo tiene un nombre: chantaje internacional y una nueva imposición política. Un ataque a la soberanía de este pueblo, un absurdo en cualquier parte del mundo, normalizado cuando se trata de Haití. Hasta ahora, ningún gobierno del mundo se ha opuesto públicamente a la imposición.

Una vez participé en un coloquio local, organizado por haitianos, en el que más de 50 organizaciones locales y mundiales analizaron en profundidad la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití –MINUSTAH–, con el testimonio de cientos de víctimas. Posteriormente, se organizó un Tribunal Popular donde se juzgaron sus crímenes. ¿Cuáles de las organizaciones responsables de la misión estuvieron presentes? Ninguna.

Ahora, sin evaluación, sin rendición de cuentas, sin justicia, sin autocrítica, se propone una nueva misión, en líneas generales similares, y quizá peor, con un carácter “no onusiano”. ¿Es esta una forma de evitar cualquier futura rendición de cuentas? ¿Lo que aprendió la ONU en Haití sirvió solo para protegerse mejor y no ser incriminada por sus crímenes? ¿Cómo llegaría al país caribeño el jefe de una policía extranjera que pudiera venir, sabiendo que aquí nunca se han juzgado crímenes? ¿Qué mecanismos de información, control y prevención tendría una misión “no onusiana”?

Al parecer, la verdadera misión del primer ministro Henry era organizar la llegada de una fuerza de seguridad. Con esta misión casi cumplida, anunció esta semana que dimitirá pronto, en cuanto se establezca el Consejo. Kenia, que se había ofrecido voluntaria para la misión, suspendió su participación tras la resolución del CARICOM.

La imposición de una nueva misión

El partido político Pitit Desalin (Hijos de Dessalines), un grupo históricamente opositor a los gobiernos que han estado en el poder desde 2011 y que buscaba formar parte del acuerdo, decidió no unirse al Consejo debido a esta cláusula y denunció la imposición. Según Jacques Adler, uno de los miembros del partido, la idea de la comunidad internacional allí presente, especialmente de Estados Unidos, es que se imponga una nueva misión, en la misma línea que las anteriores. Y concluye: “Un gato escaldado tiene miedo al agua fría”. Varios grupos afirman que esta medida se tomó precisamente para dividir aún más a los haitianos y luego acusarlos de no ser capaces de llegar a un consenso.  

Cabe señalar que los haitianos dispusieron de 24 horas para decidir si participaban en el Consejo y enviar los nombres de sus representantes. Jacques Adler es categórico al afirmar que la idea de la comunidad internacional es “hacerlo todo deprisa, aprobar decisiones que no son la voluntad popular de los haitianos”. El uso de la idea de emergencia para que se aprueben medidas sin la necesaria reflexión y discusión política levanta aún más sospechas de que EEUU, Henry y las bandas actúan juntos para que el agravamiento de la violencia se convierta en el principal argumento para la instalación de una nueva misión.

Quedan más preguntas: ¿por qué no se hacen esfuerzos para invitar a la mesa a actores políticos locales más importantes? Hoy me he despertado con el comentario de uno de ellos, sintiéndose excluido: “¿Se ha elegido ya a los 7 esclavos mentales internacionales? ¿Cree CARICOM que sus decisiones serán aceptadas por grupos que nunca fueron incluidos en el debate?”

Con este chantaje, vemos que incluso cuando los políticos locales serios tienen la oportunidad de dialogar en los espacios internacionales de toma de decisiones, esto ocurre de una forma previamente delimitada, cercenada y manipulada. ¿Qué nivel de soberanía y transición democrática espera realmente la comunidad internacional para Haití?

Todo esto deja claro cómo los políticos de Haití, incluido Henry, siguen pareciendo solo piezas en una partida de ajedrez que determinan Estados Unidos, Francia y Canadá en particular. En este juego, los haitianos parecen ser todos peones y los primeros en caer cuando han terminado su servicio en nombre de los reyes.

La situación actual recuerda a la de hace 20 años, cuando un presidente elegido por una amplia mayoría popular, según él, fue “secuestrado y depuesto” por fuerzas exteriores, sustituido por un presidente provisional, que luego solicitó una misión de paz a la misma comunidad exterior. Esta misión, por cierto, permaneció en el país durante 13 años y nos llevó directamente a la catástrofe de hoy.

Autor

Profesor de comunicación y estudios culturales. Exdirector del Centro Cultural Brasil-Haití en Puerto Príncipe. Especializado en Epistemologías del Sur por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Miembro de la iniciativa Brasil-Haití

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