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La autocratización está siendo televisada

El ascenso de líderes autoritarios en el mundo y el apoyo que logran se debe en gran medida a los medios de información.

La comunicación ha estado siempre alineada con el poder desde el surgimiento de las sociedades, aunque cobró notoriedad cuando aparecieron los medios de comunicación masiva como la radio, los periódicos y la televisión. De esta manera, el desarrollo de la comunicación impulsó el ascenso de liderazgos carismáticos. Todos recordamos los discursos de Hitler en la cancillería apelando al surgimiento del Tercer Reich, a Mussolini en Italia hablando desde el balcón del Palacio de Venecia prometiendo la grandeza a su pueblo o a Eva y Juan Domingo Perón hablándole a los descamisados de la patria y los obreros para consolidar su proyecto político. Pero todos estos discursos estuvieron lejos de alcanzar la inmediatez contemporánea.

El filósofo francés especialista del pensamiento político Bernard Manin, postuló que con el avance de los medios de comunicación los partidos políticos y las diversas candidaturas comenzaron a convertirse en productos. De esta manera, las campañas de acceso al poder estarían marcadas por la promoción y ya no por las propuestas, hasta el punto de que podría existir un candidato al que se le vote aún sin tener propuestas. A esto se le llamó democracias de audiencias.

Con la llegada del siglo XXI, la conectividad escaló de forma exponencial. El ascenso de líderes autoritarios en el mundo y el apoyo que logran se debe en gran medida a los medios de información. Así como en la transitología (el estudio de la transformación de sistemas autoritarios en democracias) la liberalización está asociada a la información, y en este marco los medios tienen un lugar central en la autocratización.

Por ello, los nuevos hombres fuertes del mundo necesitan el respaldo de medios de comunicación, e incluso crean medios propios, para difundir sus mensajes. Este es el caso de Fox News y Donald Trump, el Sistema Público de Radio y Televisión con Andrés Manuel López Obrador o algunos medios vinculados a Jair Bolsonaro que difundieron sus argumentos falaces durante la pandemia de covid-19. Además, muchos se han adaptado hábilmente a las redes sociales, fortaleciendo aún más su imágen como es el caso de Nayib Bukele en El Salvador o Daniel Noboa en Ecuador. 

Todos estos líderes tienen algo en común: han debilitado la democracia y lacerado sus instituciones con ayuda de medios de comunicación, al punto que las autocratizaciónes se han convertido en procesos que podemos presenciar en vivo.

En México, el Canal del Congreso transmite las sesiones de la Cámara de Diputados y Senadores online. Sin embargo, cuando López Obrador envió al Parlamento la reforma judicial que propuso la elección por voto popular de ministros, magistrados y jueces, los debates y consignas fueron televisados. En la memoria de ese canal quedó impregnado cómo una mayoría del partido Morena terminó por someter a los tres poderes a su voluntad. Lo mismo ocurrió con la ley que hizo desaparecer a los Organismos Constitucionales Autónomos: la autocratización fue en vivo.

En Estados Unidos, Donald Trump ha acaparado toda la atención desde que ganó la presidencia en 2017, y luego con su regreso a la Casa Blanca en 2024. A lo largo de su trayectoria presidencial, Fox News se ha convertido en uno de los canales predilectos del republicano para difundir sus discursos y acciones, e incluso se ha articulado como un altoparlante de las ideas, argumentos y descalificaciones que vierte.

Durante el asalto al Capitolio, en 2021, Fox News instauró en cierto sector la retórica de que el fraude se había consumado y que los seguidores de Trum estaban defendeiendo el sufragio. Ahora, en 2025, las redadas contra migrantes han sido explotadas bajo el argumento de que se está limpiando el país y de que los demócratas están coludidos con los criminales para confrontarse con Trump. En este marco, desde 2017 Estados Unidos ha perdido el estatus de democracia consolidada para pasar a imperfecta, y muestra síntomas de agotamiento. 

En El Salvador, desde que asumió el poder en 2019, Bukele se confrontó con la Asamblea Nacional por su plan para combatir el crimen, y cuando el Congreso declaró que lo rechazaría, el presidente convocó movilizaciones para presionar al organismo. Luego entró con las fuerzas armadas al Congreso para obligarlos a aprobar su plan. Esto fue transmitido por las redes sociales y la televisión en vivo. De esta manera, El Salvador ha transitado de una democracia defectuosa a una autocratización. Y, los nuevos medios de información han sido una herramienta de movilización para respaldar el personalismo del presidente.

Bajo la administración de Daniel Noboa, Ecuador se ha convertido en un régimen híbrido y la democracia ha sido golpeada fuertemente. El presidente ha utilizado TikTok, no solo para hacer campaña y fortalecer su imagen en el ciberespacio, sino para justificar la toma de decisiones que golpean la institucionalidad. Noboa rinde cuentas a sus seguidores, pero se olvida de la realidad. Sus mensajes tienden a ser virales y tienen un alto respaldo no solo de ecuatorianos, sino de otras latitudes que apoyan la mano dura y se sienten seducidos por él. 

Casos como estos sobran, tanto en América Latina como en el resto del mundo. Los medios de comunicación tienen un papel central en la vida diaria de nuestras sociedades, y los nuevos líderes iliberales han logrado establecer narrativas atractivas gracias a ellos. La hegemonía de su discurso y el surgimiento de medios que enaltecen a estos personajes ha funcionado para erigir autoritarismos y demoler las instituciones.

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Cientista Político. Graduado en la Universidad Nacional Autônoma de México (UNAM). Diplomado en periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién.

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