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La “crisis de los aviones” tensa las relaciones entre Colombia y Estados Unidos

Ha quedado en evidencia que fue la diplomacia quien finalmente logró frenar una situación que habría continuado en una cadena de absurdas decisiones.

El pasado 26 de enero, las relaciones diplomáticas entre Colombia y los Estados Unidos, o entre Gustavo Petro y Donald Trump, tuvieron su primera crisis. Y aunque hoy se dan por normalizadas las relaciones bilaterales, lo cierto es que este “impase” ha dejado mucho de qué hablar. Durante casi doce horas, los canales oficiales de discusión fueron las cuentas de la plataforma “X” de los dos mandatarios. Ello puso de manifiesto que las crisis ya no son manejadas por expertos en la materia, sino que estos apagan los incendios causados por las decisiones y comunicados precipitados de los mandatarios en redes.

A 6 días de su posesión, Donald Trump empieza a mostrar lo que, en materia de política exterior, será el tono de su mandato. Durante algunas horas, las relaciones entre Estados Unidos y su histórico aliado en la región, Colombia, se vieron ensombrecidas por una serie de comunicados personales de los mandatarios de ambos países, que a través de trinos en la plataforma “X”, hacían en nombre de sus naciones.

Todo empezó en la madrugada del domingo 26 de enero, cuando Petro escribió en su cuenta personal de “X” que daba la orden de que los aviones provenientes de los Estados Unidos, con casi 200 colombianos, no podían aterrizar. Uno de estos aviones no despegó y el otro debió regresar. La principal razón que aludía el mandatario colombiano era el trato indigno que se le daba a los connacionales y su denominación de “criminales”. A esto le siguió una serie de trinos que, más que justificar su decisión, expresaba un discurso alrededor del “enemigo externo”.

La respuesta del gobierno de Trump llegó rápidamente. Entre los anuncios, el que mayor preocupación causó entre los colombianos, fue el de que, a partir del lunes 27 de enero, la oficina de visas de la embajada de Colombia no iba a prestar servicio. En respuesta, el presidente colombiano señaló que cerca de 15 mil estadounidenses deberían regularizar su situación en el país. Minutos después, Trump amenazaba con “que nadie se burla de los Estados Unidos”, y anunciaba que el gobierno colombiano ya había autorizado el arribo de los aviones.

¿Una discusión vacía?

Según cifras de migración de Colombia, 14.199 colombianos fueron deportados de los Estados Unidos en 124 vuelos en 2024 y de hecho, ya existía un acuerdo entre los gobiernos que se venía ejecutando. No obstante, en esta ocasión al parecer las condiciones en la que eran tratados los colombianos deportados cambió, y fue esto lo que dio inició a la corta, pero intensa crisis.

Una de las medidas que tomó Trump ante la negativa del gobierno colombiano de recibir a los deportados, fue la de incrementar los aranceles un 25% para todos los productos colombianos que entraran a los Estados Unidos, y que en una semana subirían al 50%. La respuesta colombiana no se hizo esperar y el presidente Petro anunció, nuevamente por “X”, que le daba la orden a su ministro de comercio de elevar los aranceles de las importaciones de los Estados Unidos un 25%. Decisiones, que por supuesto afectarían mucho más a la economía colombiana que a la norteamericana.

De haberse implementado las medidas, esto habría causado una potencial crisis económica y fiscal para Colombia. Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo, señaló en su que en 2024 las exportaciones de Colombia a los Estados Unidos representaron el 29% de las exportaciones totales del país. Esto llevaría a un escenario inflacionario sin precedentes en el país, a un aumento del riesgo país y a la depreciación del peso. Así que por donde se mire, las implicaciones serían mayores para el pueblo colombiano.

Diplomacia del siglo XXI

Académicos, gremios, ex embajadores, alcaldes y parlamentarios hacían un llamado al presidente Petro a la calma, aunque a lo largo de la tarde del domingo, la crisis parecía continuar subiendo su tono. No obstante, sobre las diez de la noche, el saliente ministro de Relaciones Exteriores, Luis Gilberto Murillo, informó que la crisis se había superado y que se mantendrían abiertos los canales diplomáticos que, por demás, durante toda la crisis jamás se abrieron.

Más allá de los graves hechos detrás de las masivas deportaciones y de la forma como el gobierno de Trump pretende impulsarlas, este episodio nos plantea no sólo interrogantes, sino también nos llama a reflexionar sobre el quehacer diplomático. Por medio de redes sociales, los mandatarios de un lado y del otro enviaron mensajes confusos, mal escritos, con diatribas y analogías sobre el lugar del uno y del otro en el mundo. A través de X dieron órdenes y, más allá de exponer sus egos, reanimaron discursos que creíamos olvidados desde el fin de la guerra fría, con una marcada polarización ideológica centradas en ideas como la del enemigo externo y la soberanía.

Pero la crisis del pasado 26 de enero, también nos mostró que la diplomacia, ese llamado arte y oficio, fue quien finalmente logró frenar una situación que habría continuado en una cadena de absurdas decisiones, que en nada benefician a los ciudadanos, y menos a los repatriados, cuya suerte sigue siendo incierta.

Ahora, el presidente Petro dispone del avión presidencial para el “retorno digno de connacionales” y la presidenta de Honduras Xiomara Castro ha convocado a una reunión, en el marco de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), para abordar el tema de la cooperación regional en materia migratoria y la protección de los derechos humanos.

Pero lo que es realmente urgente, es entender cómo se toman las decisiones en momentos de crisis. ¿Son las redes sociales el nuevo instrumento de la diplomacia?, y en el caso de Estados unidos y Colombia, ¿se ha superado el impasse, o este es el comienzo de un tire y afloje que nos mantendrá en una constante incertidumbre?

Autor

Doctora en Estudios Políticos y en ciencias con enfoque en Relaciones Internacionales: Universidad Externado de Colombia y Universidad de São Paulo. Presidenta de RedIntercol y docente-investigadora Universidad Externado de Colombia.

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