Coautora Julia Tordeur
Las tensiones entre Armenia y Azerbaiyán son históricas, pero tras el fin de la guerra de Nagorno Karabaj de 2020 y la crisis fronteriza de 2021, los enfrentamientos a gran escala registrados desde septiembre se han cobrado la vida de centenas de personas. La gravedad de la situación es tal que el Consejo de Seguridad de la ONU celebró recientemente una reunión a puerta cerrada para abordar el tema. El conflicto, sin embargo, encuentra también eco en América Latina donde las comunidades de origen armenio han condenado “la invasión del territorio soberano de Armenia por parte de Azerbaiyán” y han organizado protestas frente a las sedes de las Embajadas de Azerbaiyán.
A pesar de no ser la más numerosa en América Latina, la comunidad de ciudadanos de origen armenio se destaca por ser una de las más activas, heterogéneas e influyentes en la región. Las diversas iglesias, escuelas, clubes, diarios y radios de origen armenio, además de su importante representación en la política, los negocios y las artes de Latinoamérica así lo comprueban.
Las principales comunidades armenias en América Latina están presentes en Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela, Chile, Honduras y México, pero también existen grupos significativos de esta comunidad en países como Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala o Cuba.
La llegada de los armenios a América Latina está directamente relacionada con los conflictos políticos que empezaron durante el Imperio Otomano. La mayoría de los armenios que llegaron a la región lo hicieron escapando de masacres, persecuciones y procesos de deportación durante la Primera Guerra Mundial y los años posteriores. Muchos son sobrevivientes del Genocidio Armenio, registrado entre 1915 y 1923.
En el contexto de amplias migraciones forzadas, la migración armenia y la formación de una diáspora global, fue facilitada por el Pasaporte Nansen, creado en 1921 por la Sociedad de las Naciones a través del Alto Comisionado para los Refugiados. Sin embargo, a su llegada, los migrantes armenios no eran identificados como armenios, sino como inmigrantes de Europa Occidental, y a menudo se les confundía con sirios y libaneses que también desembarcaban en las metrópolis latinoamericanas.
La presencia y el activismo político de la diáspora armenia en América Latina han sido especialmente evidentes en relación al reconocimiento del Genocidio Armenio. En 1965 Uruguay fue el primer país que reconoció oficialmente este hecho y hoy existen diversos países de la región y entidades como el Parlamento Andino que lo reconocen y condenan.
Actualmente muchos latinoamericanos de origen armenio mantienen su activismo por esta causa, mientras que Armenia intenta promover más y mayores vínculos con esta población. Dos ejemplos ilustran ambas tendencias. En 2021, tras la derrota de Armenia ante Azerbaiyán en el marco del conflicto en Nagorno Karabaj, el ministro armenio de Relaciones Exteriores, Ara Aivazián, convocó en una entrevista a los miembros de la diáspora armenia en América Latina a participar activamente en la reconstrucción del país, definido como su “segunda patria histórica”.
Por otro lado, en abril de 2022, un día antes de cumplirse 107 años del inicio del Genocidio Armenio, Uruguay recibió la visita del canciller de Turquía, Mevlüt Çavuşoğlu. La visita tenía como objetivo la inauguración de la nueva embajada turca en el país, en el contexto de la profundización de las relaciones bilaterales y la firma de un Tratado de Libre Comercio. Sin embargo, la fecha escogida y el gesto del embajador de reproducir con sus manos el símbolo de una organización paramilitar proturca frente a los manifestantes de la comunidad armenia uruguaya generaron numerosas críticas y condenas.
Pese a que la presencia de la diáspora armenia es regional, en dos países latinoamericanos la importancia de esta comunidad es más marcante: Argentina y Brasil.
La diáspora armenia en Argentina y Brasil
Según los censos locales, la comunidad armenia en Argentina y Brasil comenzó a formarse en las últimas décadas del siglo XIX y se consolidó entre 1930 y 1940.
Argentina y Brasil se convirtieron en destinos de esta población debido a factores como sus políticas migratorias y las oportunidades que ofrecían sus economías, así como la existencia de redes y comunidades de acogida. Las comunidades armenias se asentaron sobre todo en ciudades como São Paulo y Buenos Aires, pero diversas ciudades del interior como Córdoba u Osasco también se convirtieron en el hogar de esta población.
Desde finales del siglo XX, las comunidades armenias de Argentina y Brasil experimentaron un importante crecimiento económico actuando en el comercio y la industria de ambos países.
A nivel económico y comercial, Argentina se encuentra actualmente entre los 10 países con mayores flujos de inversión hacia Armenia. En este proceso es importante señalar el papel que desempeñan actores clave de la diáspora armenia en Argentina como Eduardo Eurnekian, considerado por la revista Forbes como uno de los hombres más ricos del país, y activo miembro de la comunidad armenia.
A nivel político, pese al fortalecimiento en los últimos años de las relaciones bilaterales con Turquía, Argentina ha mostrado su apoyo a la causa armenia con el reconocimiento del genocidio por parte de la Cámara de Diputados y el Senado Federal. Además, la Ley 26.199, de 2007, declara al 24 de abril, Día del Genocidio Armenio, como “Día de acción por la tolerancia y respeto entre los pueblos”.
Por otro lado, en Brasil, las primeras familias que desembarcaron en São Paulo formaron grandes industrias vinculadas al sector textil y al comercio de calzado, pero su presencia también es importante a nivel político y cultural.
En el marco del centenario del Genocidio Armenio, la comunidad armenia del país, vinculada especialmente al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), buscó la aprobación de una moción de reconocimiento por parte del Senado. A pesar de que, en 2015, el Senado Federal reconoció unánimemente el Genocidio Armenio, ni el Poder Ejecutivo ni el Ministerio de Relaciones Exteriores emitieron declaraciones apoyando esta medida. Como señala el historiador Heitor Loureiro, durante la década de 2000, el reconocimiento del Genocidio Armenio ha experimentado algunos retos debido a factores como la agenda de la política exterior brasileña y la profundización de la relación con Turquía, considerada como estratégica.
Más allá del activismo de la diáspora, de su lucha por la memoria y el reconocimiento del Genocidio Armenio o de la denuncia del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, las comunidades de origen armenia y sus numerosas contribuciones son centrales y constituyen un buen ejemplo de la diversidad que hoy caracteriza y enriquece nuestra región.
Júlia Tordeur, historiadora y politóloga. Doctoranda en Historia Social (UFRJ) y en Historia, Política y Bienes Culturales (FGV-CPDOC). Especialista en memorias colectivas y derechos humanos en América Latina (Clacso). Investigadora del Grisul.
Autor
Cientista política. Profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal Rural de Rio de Janeiro (UFRRJ) y del Postgrado en Ciencia Política de la UNIRIO. Doctora en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid.