Al examinar las relaciones sino-latinoamericanas en retrospectiva, hay tres generaciones de líderes chinos que fueron marcando estos vínculos, desde Deng Xiaoping como articulador del proceso de reforma y apertura, hasta los líderes que lo sucedieron como Jiang Zemin y Hu Jintao, quienes pusieron de manifiesto el creciente interés por la región. En este proceso, se destaca la figura de Jiang Zemin, en cuya gestión las relaciones económicas, políticas y culturales entre China y América Latina alcanzaron gran ímpetu.
Jiang Zemin, fallecido en 2022 a los 96 años, fue parte del núcleo de la tercera generación de líderes del Partido Comunista de China (PCCh) y fundador de la teoría de la triple representatividad. Jiang impulsó una estrategia de desarrollo tecnológico y de políticas económicas que catapultaron el desarrollo de China y desempeñó un destacado papel en la transición del país como potencia emergente y en el estrechamiento de sus relaciones con América Latina.
Cuando asumió como presidente, China aún se encontraba en la primera etapa del proceso de reforma, apertura y modernización económica, y como dirigente, según Henry Kissinger “(…) condujo a su país durante uno de los crecimientos del PIB per cápita más grandes de la historia humana, consumó la devolución pacífica de Hong Kong, reconstruyó la relación con Estados Unidos y el resto del mundo (tras la masacre de Tiananmén), y puso a China en el camino a convertirse en una potencia económica global”.
Además, durante su mandato, el 11 de diciembre de 2001 China ingresó a la Organización Mundial de Comercio (OMC) tras 15 años de negociaciones.
En 1990, América Latina se abrió a la primera visita a la región de un jefe de Estado chino. Yang Shangkun realizó una gira por México, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, en un hecho histórico que reflejaba dilemas entre coincidencias y tensiones, dado que América Latina y el Caribe era una región en la que China y Taiwán agudizaban su pugna.
Con Jiang Zemin como presidente, las relaciones sino-latinoamericanas tuvieron un renovado impulso, estimulado por el crecimiento económico de China, el aumento del comercio, las frecuentes visitas de alto nivel político, las misiones empresariales que fueron eje del aumento en la densidad de las relaciones y los nexos establecidos durante la década de 1990. Paulatinamente, entre los actores políticos latinoamericanos, China comenzaba a ser percibida como un poder emergente capaz de estimular el crecimiento económico de la región.
El presidente Jiang visitó América Latina en 1993, 1997 y 2001, y puso el énfasis de las relaciones en la cooperación, y las extendió a una amplia gama de dimensiones que confluían en la piedra angular de las relaciones sino-latinoamericanas marcadas por el eje económico y comercial.
Un punto de inflexión se alcanzó con su primer viaje al exterior en el nuevo milenio al visitar América Latina en abril de 2001, donde sostuvo que “(…) el siglo XXI será un siglo en que China y América Latina cooperarán tomadas de la mano en todas las áreas, y también será un siglo en que los pueblos de China y América Latina construirán un mañana mejor”.
En dicha oportunidad, junto a su delegación, visitó Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Cuba y Venezuela, países claves no solo como proveedores de materias primas y recursos energéticos para la industria china, sino también en otros campos, dado que China firmó con estos países alrededor de 20 acuerdos sobre comercio, inversión, economía, educación, deporte y medio ambiente.
Un objetivo fundamental de la visita era ayudar a incrementar los lazos económicos, comerciales y de inversión entre China y América Latina, pero también ampliar la cooperación en distintas dimensiones. Esa gira buscó, asimismo, reforzar la influencia de China sobre los 13 países, principalmente de Centroamérica y el Caribe, que en ese momento aún mantenían relaciones diplomáticas con Taiwán.
Durante su discurso en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en abril de 2001, Jiang planteó diferentes iniciativas disruptivas. Por primera vez en la política exterior de China hacia Latinoamérica se ponía el acento en el concepto de “cooperación sur-sur” y, con base en ello, Jiang formulaba una propuesta a los Gobiernos latinoamericanos para la creación de un frente común para que los países en vías de desarrollo reforzaran su poder político y económico en un nuevo orden internacional.
En ese nuevo orden a comienzos del siglo XXI, América Latina comenzaría a tener una renovada relevancia en el contexto internacional de la mano del impulso de China, la que, de forma proactiva, potenciaría el fortalecimiento de las relaciones. De hecho, en junio de 2002, China propuso a Chile comenzar las negociaciones para un tratado de libre comercio que se convertiría en el primer TLC entre China y un país latinoamericano.
Jiang desempeñó un papel clave para que China se integrara al sistema internacional, se sumó a la globalización económica y comenzó a trabajar de manera paulatina y clara con los países del tercer mundo de África y Latinoamérica, los que no ocupaban un lugar relevante en la agenda de Estados Unidos o de las potencias de Europa en ese momento.
Concretamente en el 2000, China organizó su primera reunión masiva con jefes de Estado de África en Pekín, y casi simultáneamente también lo haría con América Latina y después mediante el fomento de foros como China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), entre otros instrumentos de convergencia a escala regional. El vínculo, impulsado por Jiang con países del tercer mundo, buscaba reducir la dependencia de China de Asia, pero luego formó parte de una estrategia macro para el ascenso de China como potencia global, y en ese camino se logró un objetivo propuesto por Jiang en 2001: consolidar la posición de China como actor clave en América Latina.
* Este texto fue publicado originalmente en la web de REDCAEM
Autor
Directora de la Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios (REDCAEM). Doctora en Ciencias Políticas por la Univ. Libre de Berlin, Magíster en Estudios Internacionales y Licenciada en Historia de la Univ. de Chile.